El que no es lo suficientemente valiente como para tomar riesgos no logrará nada en la vida
Mohammed Ali
¿Cuantas veces más decidimos caer en la misma trampa?
¿Cuantas veces más decidimos tropezar con la misma piedra?
¿Cuantas veces más decidimos creer en alguien que nos sigue haciendo daño?
Seguramente tu y yo, nos sentimos identificados con estos interrogantes. Más de una vez lo hicimos y lo seguimos haciendo. Como si nos costara darnos cuenta que nos hace daño... primero nos engañamos pensando que las cosas cambiarán, que no puede suceder lo mismo que antes, que esa persona va a cambiar, etc. Y así, una vez más, se reitera la situación a la que estábamos "acostumbrados" y nos desilusionamos nuevamente... Y luego de esto, despotricamos contra el mundo, contra la vida, contra la gente por habernos hecho daño una vez más. Pero, a ver, ¿quien decidió dar una segunda, tercera o cuarta oportunidad? Nosotros mismos.
Los únicos responsables de que esta situación se repita, con los mismos o diversos matices, somos nosotros mismos.
Caemos nuevamente en la tan mentada "zona de confort": estado de un comportamiento en el cual la persona opera en una condición de "ansiedad neutral", usando una serie de comportamientos para conseguir un nivel constante de rendimiento sin sentido del riesgo (White 2009).
Sin duda, es una de las experiencias más significativas porque define muy gráficamente el acomodo de aquellas personas que han renunciado a tomar iniciativas que les permitan gobernar sus vidas.
Es un saboteador interior.
Ante las situaciones de cambio o crisis resulta más productivo dejar de refugiarnos en la zona de confort psicológico, la de lo conocido, y adentrarnos en la del aprendizaje, que nos permitirá desarrollarnos en el futuro. Quienes aceptan este reto no suelen arrepentirse.
Los dichos de "mejor malo conocido que bueno por conocer" o "es preferible pájaro en mano que ciento volando", pueden ser nuestros saboteadores interiores, cuando enfrentamos una situación adversa o buscamos prosperar en un entorno incierto, porque nos anclan en el pasado, el temor y la inmovilidad.
De las afirmaciones de AMA (Asociación Mentes Abiertas) y del psicólogo italiano Roberto Crobu (director de Óptima Coaching) también se deduce que, en vez de sobrevivir en la comodidad y falsa seguridad mentales de la ZdC (Zona de Confort), es más fructífero abrazar lo nuevo y desconocido, donde aguardan las salidas y las soluciones insospechadas, ya que al marcharnos de la senda más trillada y explorar otras nuevas, aparecen alternativas insospechadas.
Los coachs o asesores emocionales definimos la ZdC como aquel estado mental o espacio psicológico donde nos sentimos seguros, en el que controlamos y conocemos todo o casi todo, y donde creemos que nada se nos escapa.
Según los expertos, la ZdC es aquella parcela del mundo o de la realidad donde nos movemos con comodidad, porque lo hemos aprendido todo de ella, la dominamos y todo nos resulta familiar, ya sea en el ámbito personal, familiar, laboral, social o de pareja.
Es una zona en la que quizás las actividades, situaciones o la vida que llevamos no sean agradables e incluso nos causan malestar, pero a las que nos adaptamos mediante una serie de conductas e ideas que consiguen un nivel constante de rendimiento sin asumir riesgos.
La ZdC es una forma gráfica de definir al conjunto de límites que se autoimpone una persona, y que termina por confundir con el marco de su propia existencia, acomodándose a ese entorno conocido y renunciando a tomar iniciativas que le permitan modificar su vida.
Además de la ZdC los profesionales de AMA destacan la importancia de la llamada Zona de Aprendizaje o Desarrollo Próximo (ZdA) ya que, aseguran, ambos conceptos son importantes de cara a las situaciones de cambio o crisis.
La ZdC es aquella formada por las capacidades y habilidades que hemos ido adquiriendo a lo largo de la experiencia vital, que nos permiten adaptarnos al entorno en el que nos encontramos.
Aunque a medida que el entorno cambia, se hace necesaria la adquisición de nuevas capacidades y habilidades que tenemos que aprender para podernos adaptar a los cambios. Es lo que se conoce como Zona de Aprendizaje o Desarrollo Próximo (ZdA).
El reto del riesgo
Según estos profesionales por lo general, la ZdA es vivida como un constante reto, contiene todos los ingredientes para que podamos aprender, situaciones novedosas donde poder desplegar las capacidades y habilidades que tenemos.
Según AMA, es la vivencia de nuestros propios límites la que produce el estrés y, si el nivel de estrés que nos genera un cambio o crisis está muy por encima de nuestras capacidades para afrontarlos, la ZdA parece inalcanzable y ello genera fatiga, con una consecuente caída de la motivación.
un factor que favorece la entrada a la zona de aprendizaje son, según AMA, las actividades gratificantes, ya que es muy importante alcanzar un equilibrio entre las actividades diarias que hacemos por deber o por obligación y las que llevamos a cabo por el mero placer que nos produce al realizarlas.
Por ejemplo en el arduo, y a veces frustrante, proceso de buscar empleo, es importante elaborar un horario y separar los tiempos dedicados a la búsqueda de los tiempos dedicados a uno mismo. Es conveniente realizar diariamente alguna actividad que nos produzca placer en sí misma.
Estas actividades son muy diversas y, entre ellas podrían encontrarse el darnos un largo baño, recordar un paisaje maravilloso, conocer a gente nueva, reciclar objetos antiguos, practicar karate, judo o yoga, hacer footing o caminar, escuchar a los demás, hacer ejercicio, hablar sobre un libro, tocar un instrumento musical, etc.
Cualquier actividad que nos produzca placer, nos guste y/o nos entretenga, contribuye para que nuestro organismo libere neuropéptidos que modifican nuestros estado emocional, motivacional y actitudinal.
Así, realizando pequeñas actividades, que no necesariamente cuestan dinero, compensamos el desgaste producido por la incertidumbre de la búsqueda de empleo, generando sustancias que nos suben el estado de ánimo y la motivación para hacer más cosas y seguir activándonos lo necesario para mejorar nuestra situación.
Para adentrarse con mayor seguridad y confianza en la ZdA, también es fundamental la búsqueda de apoyo.
Ante los momentos difíciles, nos podemos sentir paralizados, encaminados hacia el ensimismamiento en la búsqueda de explicaciones que den sentido a nuestra situación, con sensaciones de culpa o vergüenza y sin ser capaces de mirar más allá de nuestras barreras mentales.
En el camino del cambio
En esta situación, se hace imprescindible buscar apoyos en nuestro entorno, que nos aporten una perspectiva más abierta sobre nuestro propio estado, nos alivien en la soledad del momento con afecto y comprensión y nos puedan trasladar ayuda material si se encuentran en condiciones de hacerlo.
El contar con gente cercana, como familiares, amigos y compañeros, nos confortará para no sobrellevar solos la carga y para sentir que podemos hacer frente a los problemas aunando las fuerzas de nuestra red social.
Una persona con una mentalidad flexible y sin miedo a cambiar, es una persona con voluntad para ser capaz de superar su "zona de comodidad" y explorar nuevos territorios de su conciencia y del mundo a su alrededor y con capacidad de fluir en situaciones cambiantes.
No creo que exista persona alguna sin ningún miedo en absoluto a los cambios. Todos tenemos algún aspecto en nuestra vida en el que más fácilmente caemos en la zona de confort.
Según estudios de Mihály Csikszentmihályi, existe una educación importante para conseguir "fluir" en situaciones comprometidas y consiste en establecer una adecuada relación entre las habilidades personales y las exigencias del reto a afrontar.
En la medida en que el reto sea un poco superior a las posibilidades que nos permiten nuestras habilidades, sentiremos la actividad como estimulante y retadora, y con más facilidad estaremos dispuestos a salir de la zona de confort.
Por otro lado, si el reto lo percibimos como excesivamente exigente o demasiado asequible, esto implicará rechazo y desmotivación o falta de voluntad en el primer caso, y anclaje a la zona de confort en el segundo caso. De ahí la importancia de saber elegir los cambios en la medida de lo posible.
Zona de Aprendizaje
Es vivida como un constante reto, contiene todos los ingredientes para que podamos aprender, situaciones novedosas donde poder desplegar las capacidades y habilidades que tenemos. Uno se desarrolla y se adapta a un cambio de entorno.