miércoles, 5 de diciembre de 2018

Viviendo aquí y ahora: EL DECRETO DE LA PALABRA Y LOS PENSAMIENTOS...

Viviendo aquí y ahora: EL DECRETO DE LA PALABRA Y LOS PENSAMIENTOS...:                                         EL DECRETO DE LA PALABRA Y LOS PENSAMIENTOS...                         "Un mal hábito entr...

EL DECRETO DE LA PALABRA Y LOS PENSAMIENTOS...

                                       EL DECRETO DE LA PALABRA Y LOS PENSAMIENTOS...

                       "Un mal hábito entra como un huésped, se une a la familia 
                   y, finalmente se hace con el control"...
                                                                           El Talmud


Existe un mecanismo por el cual la identidad impostora puede alterar nuestro estado de ánimo y es la utilización del lenguaje. El lenguaje no sólo describe, sino que crea nuestra realidad. Las personas abren "cajones emocionales" de manera rápida y automática. El tipo de "cajones emocionales" que abren depende de las experiencias que asociemos a esas palabras.

El hecho de que el lenguaje tenga acceso a este mundo emocional personal, íntimo e intransferible, tiene mucha lógica si entendemos que todos usamos las palabras para interpretar lo que nos sucede. Es através de nuestras interpretaciones y valorizaciones de aquellas cosas que nos pasan, como vamos generando nuestras certezas y convicciones que, poco a poco, van configurando nuestra identidad, nuestra personalidad. Son estas convicciones instaladas a nivel inconsciente las que se convierten en puntos de referencia a la hora de determinar cuál va a ser el significado que vamos a otorgar a ciertos eventos.

Recordemos que las palabras tienen un enorme poder a la hora de afectar al tipo de experiencia que creamos. 

Las palabras no se las lleva el viento sino que crean realidades. Busca palabras para ayudar y no para anular. Tal vez te sorprendas de lo que empiece a suceder.

" Estamos encadenados a formas de movernos, a formas de pensar y a formas de percibir y sentir. Somos esclavos de nuestros propios automatismos " (F. M. Alexander)

Nuestra identidad impostora, aquella que pretende que la tomemos por quienes somos en realidad, precisa estar a cargo de las emociones, ya que es así como va a controlar nuestra percepción. De esta manera consigue que tengamos las evidencias que ella necesita que tengamos para poder mantenerse en su lugar.
Así, por ejemplo, si nos hemos identificado con una personalidad depresiva, es necesario que se genere una percepción que anule todo lo bello y agradable de la vida, todo aquello que sea luminoso e inspirador y lo sustituya por lo oscuro y desagradable. Por eso, la persona deprimida no ve nada ilusionante, porque su percepción se encarga de teñirlo todo ne negro.
No es sencillo que una persona que sufre tanto y que contagia su sufrimiento a tantos otros se abra a la posibilidad de que es ella misma, sin saberlo, la que pueda estar generando esas emociones disfuncionales. Por eso es por lo que necesitamos movernos en dos planos, el de lo que parece que es y el de lo que realmente es, el plano de aquello de lo que somos conscientes y el plano de lo que somos inconscientes.

Ahora puede ser interesante saber cómo se las arregla nuestra identidad impostora para fabricar esos estados de ánimo que, a su vez, alteran la forma en la que vemos las cosas.
Nuestra identidad impostora toma los mandos de nuestra atención, nuestra identidad hace que nos fijemos sólo en eso que quiere que nos fijemos y que no veamos nada del resto. Si yo, por ejemplo, entro a una habitación y sólo veo aquello que me disgusta, no habrá espacio en mi mente para ver aquello que sí que me gusta.

Vamos a hacer un pequeño ejercicio para entenderlo con más claridad. Te voy a pedir que durante medio minuto gires la cabeza hacia atrás, hacia la izquierda y hacia la derecha, y busca algo de color amarillo......

Supongo que, cuando te he pedido que hagas el ejercicio, habrás intentado encontrar todos los objetos de color amarillo. Ahora, me gustaría preguntarte por aquellos objetos que tienen color morado. Si no has visto ninguno, gira de nuevo la cabeza y, por favor, busca. Nuestra atención es selectiva y tiende sólo a ver lo que se busca de forma activa.
Te pondré otro ejemplo. Si tu estás pensando en comprarte un coche rojo o negro, verás cómo empiezas a ver muchos coches de ese color.
Este fenómeno tan sorprendente se debe a que en el tallo del cerebro existe una estructura, llamada Sistema Reticular Activador Ascendente (SRAA) cuya misión es dirigir la atención hacia aquello que es más relevante para nosotros. Nuestra atención es selectiva y, por eso, "lo que el corazón quiere sentir, la mente se lo muestra"

Una de las maneras más rápidas y potentes para llevar nuestra atención a un determinado lugar es por medio de las preguntas. Toda pregunta es una invitación a mirar en una dirección determinada. Tal vez por eso, Einstein nos decía que la clave no es encontrar la respuesta a viejas preguntas, sino hacernos nuevas preguntas, preguntas que nunca antes nos hayamos formulado.

Para entrenar el dominio del foco de atención, hay por lo menos dos estrategias muy útiles y prácticas:
La primera consiste en poner toda nuestra atención en lo que estamos haciendo en cada momento. Sería como si aceptáramos que donde estamos y lo que estamos haciendo en este preciso momento es lo más importante de todo, es decir, que ni quisiéramos estar en otro lugar ni quisiéramos estar haciendo otra cosa diferente. Cuando nos abrimos al momento presente, cuando lo  aceptamos, cuando actuamos como si lo hubiéramos elegido, entonces trascendemos nuestros límites mentales y empezamos a descubrir cosas que previamente estaban veladas a nuestros ojos.
Las personas que se quedan encerradas durante semanas y meses en la pregunta constante de "¿por qué a mí?", sin ser conscientes de ello, generan una enorme tensión interna que se asocia a un aumento de las cifras del cortisol en sangre. El cortisol es una hormona que segregan las glándulas suprarrenales de manera fisiológica. Estas glándulas están situadas encima de los riñones. Cuando los niveles de cortisol en sangre son los normales, no surge problema alguno. Sin embargo, cuando nos apresan estados de ánimo como la ira, el miedo o la deseperanza, se elevan los niveles de cortisol y ello entorpece el funcionamiento del sistema inmunitario, que es precisamente el que nos debe proteger frente a bacterias, virus y tumores.
Los estados de ánimo negativos generan daño cardiovascular y digestivo, además de favorecer la impotencia y la infertilidad.

"El verdadero encuentro entre los seres humanos no sólo es uno de los mejores antidepresivos que existen, sino que además prolongan la vida."

Muchas veces lo más relevante no es impartir conocimientos o dar explicaciones, sino hacernos preguntas que nos permitan explorar cosas que previamente ni nos habíamos planteado.

Ya hablamos de dos de los tres elementos de los cuales toma el mando nuestra identidad impostora; el lenguaje y la atención. Y el tercer elemento al que ha de tener acceso nuestra identidad es nuestro cuerpo, nuestra fisiología.

"Estamos encadenados a formas de movernos, a formas de pensar y a formas de percibir y sentir. Somos esclavos de nuestros propios automatismos."

Dado que no podrían existir ni emociones ni estados de ánimo si no tuviéramos cuerpo, el acceso directo al cuerpo produce de forma muy rápida un cambio emocional. Se puede acceder a las emociones a través del cuerpo de varias maneras.
La primera de ellas es la postura, el nivel de tensión muscular y la manera de movernos. Tan acostumbrados estamos a pensar que todo se controla desde la cabeza y a través del pensamiento, que muchas veces nos resistimos a creer que un simple cambio de postura o en la forma de movernos pueda tener un impacto tan grande en nuestra manera de sentir, percibir y razonar.
Si tu haces ejercicio físico tal vez hayas tenido la siguiente experiencia: 
Has tenido un día complejo con gente de comportamiento difícil, con reuniones interminables y te sientes sin energía, agotad@ física y mentalmente. Le has dedicado tiempo a reflexionar sobre todo lo acontecido, has pensado y pensado sobre ello, y no notas ni más claridad ni menos tensión y, por supuesto, tu nivel de agotamiento no ha cambiado. Entonces decides ponerte unas zapatillas y ropa un poco cómoda, y sales a correr. Al principio los pensamientos te bombardean, pero llega un momento en el que empiezan a pararse, y tu estás mucho más en lo que está, esto es corriendo. No sería extraño que cuando hubieras terminado de correr te sintieras con mucha más energía y claridad, y que te sintieras menos tenso y más capaz de ver los acontecimientos desde otra perspectiva.
Curioso que el cuerpo haya sido capaz de resolver lo que la cabeza, por más que lo intentara, no conseguía. Para que te hagas una idea de la importancia de mover el cuerpo, de pasear ligero, de hacer algo de ejercicio, te diré que no sólo está asociado con una reducción de la muerte prematura, sino que también produce un aumento de la generación de neuronas en las áreas cerebrales que son necesarias para llevar a cabo nuevos aprendizajes.

"Muchos hábitos cierran puertas y lo que tenemos que hacer es abrirlas a baso de prestar mayor atención a lo que hacemos."

El cuerpo es el inconsciente, y por eso, cuando tú cuidas tu cuerpo, cuidas tu mente, y cuando cuidas tu mente, también cuidas tu cuerpo.


Hasta el próximo encuentro amig@s!
De Corazón a Corazón

domingo, 25 de febrero de 2018

LA GESTIÓN EMOCIONAL.."EN CALIENTE" Y "EN FRÍO"




Sólo podemos dar inicio a la gestión emocional cuando hemos conocido e identificado nuestras emociones, es decir, cuando las vemos venir, cuando somos conscientes de que llegan y queremos ser nosotros los dueños de sus reacciones ante el estímulo. La gestión emocional empieza en esa milésima de segundo que hemos llamado "Libertad".

Dividimos la gestión emocional en dos momentos, uno que llamamos "en caliente" pues se hace en el espacio que se da entre el estímulo y la reacción, o sea, en el momento en que las emoción se está sintiendo en el cuerpo. Y al otro lo llamamos "en frío", pues se hace después de que ha pasado la emoción y tiene un carácter más analítico, más reflexivo.


LA GESTIÓN EMOCIONAL "EN CALIENTE"

Cuando identificamos y reconocemos que estamos sintiendo una emoción es cuando empieza esta primera fase de gestión emocional, esto es, cuando hemos notado en el cuerpo sus reacciones fisiológicas y estamos dispuestos a decidir qué hacer con esa energía.
En ese instante en que somos libres tendremos siempre tres estrategias posibles a seguir:


  1. Sentir la emoción en el cuerpo y dejarla ir, sin hacer nada con ella.
  2. Sentir la emoción en el cuerpo y buscar una alternativa que sea diferente a la que ella siempre nos suele llevar para descargar la energía.
  3. Sentir la emoción en el cuerpo y dejarnos llevar por su energía primitiva, instintiva.
Poner en práctica la Inteligencia del corazón implicará sobre todo entrenarse en la primera estrategia, es decir, la que consiste en permanecer imparcial e inmóvil ante aquello que sucede en nuestro interior. Será acoger lo que nos ocurre sin juicio, pero sin hacer nada con ello, sólo observarlo hasta que desaparezca. Des-identificarse para conocerlo y dejarlo ir con la respiración. 
"¿ Qué se supone que tengo que hacer? ¿No hacer? ¿Cómo lo hago?"

Este no hacer te sugiere observar, indagar lo que te ocurre dentro con la calma y la tranquilidad de tu Observador, de tu verdadero Yo , sin dejarte arrastrar por la fuerza de esa energía que proviene de las emociones.

Si queremos conocernos, debemos conocer todas las emociones que nacen en nosotros, ya que son ellas las que nos abrirán otras puertas en nuestro interior.
Para conocerlas, tenemos que indagar, observando dónde se van colocando en el cuerpo hasta que su energía se agote. Eso quiere decir que debemos "Des-identificarnos" de ellas. Por eso esta primera estrategia será la más complicada de las tres y la que requerirá más práctica, más entreno.

La respiración aquí será nuestra mejor aliada. Respirar conscientemente nos asegura que completamos bien el círculo abdominal del aire, destensando los músculos y calmando las primeras reacciones fisiológicas que aparecen. Aprender a respirar bien y a tranquilizarse es fundamental para poder gestionarse emocionalmente.

Si queremos entrenarnos en el "no hacer", que nos lleva a la imparcialidad y ecuanimidad en el sentir, seguiremos estos pasos, para realizar la primera gestión " en caliente " :

  1. Reconocer la emoción: deberemos estar presentes para observar aquello que ocurre en nuestro cuerpo. Esta observación puede ser muy fisiológica. Por ejemplo, nos preguntaremos ¿Dónde siento hormigueo en el cuerpo? ¿Qué músculos se me están tensando? ¿Tengo la boca seca? ¿Me sudan las manos? ¿Cómo me late el corazón? Nos dedicaremos a indagar lo que ocurre en nuestro cuerpo como si fuese de otra persona; nos distanciaremos de lo que nos ocurre y sobre todo no nos juzgaremos. Sólo observaremos. Esto no quiere decir que dejemos de sentir el cuerpo, sino todo lo contrario: nos permitimos sentirlo en el cuerpo, mientras lo observamos.
  2. Permitir la emoción: acogernos, aceptando sin juicio, todo aquello que nos ocurre, distanciándonos de ello. Aceptaremos todo lo que sentimos sin ponerle etiquetas de bueno o malo. Seremos nuestro mejor amigo.
  3. Sentirla: permitiremos que se mueva por nuestro cuerpo, ayudándonos de la respiración consciente. Obsevaremos también el dolor cuando llegue acompañando a la emoción.
  4. Dejarla ir: esperaremos en esa observación a que la emoción desaparezca. Como hemos visto, su duración es limitada. Si sólo la observamos, sin juicio,hará su recorrido y luego desaparecerá.
La práctica de la meditación nos ayudará a llevar a cabo este proceso con mayor facilidad, pues estaremos entrenados a estar presentes, a estar en el aquí y ahora. Estaremos entrenados a des-identificarnos de las emociones y a verlas venir, así será más difícil que nos arrastren con su fuerza primitiva.

Sólo el silencio interior nos permitirá llevar a cabo este proceso de gestión emocional en caliente.

La libertad en nuestro interior sólo podrá darse si contamos con un silencio que nos permita observar y, sin juicio, aceptar lo que nos ocurre. No será posible conseguir ese silencio con prisa.

Es en este silencio del no juicio, del no hacer y del observar, cuando el Verdadero Yo está presente y se coloca en su banqueta del carruaje, desde donde dará luego las órdenes para actuar, una vez pasada la tormenta emocional.

¿Cómo podemos regular la rabia para que no nos arrastre con su energía?

Antes que nada nos des-identificaremos de ella e intentaremos observarla respirándola; sin embargo, si ésta llega a ser muy intensa necesitaremos hacer algo con ella. ¿Qué podemos hacer en ese caso, además de contar hasta diez, como nos sugiere la sabiduría popular?

  • Llevaremos nuestra atención a la respiración abdominal para relajarnos.
  • Tomaremos distancia temporal y física con respecto al acontecimiento, así como respecto a la persona que sentimos que nos ha provocado.(por ejemplo salimos unos minutos a caminar, a tomar el aire)
  • Haremos ejercicio físico para canalizar la agresividad; podríamos ir a correr después del trabajo, a bailar, a lanzar un gran grito en medio de la montaña, etc.
  • Aceptaremos nuestra responsabilidad en lo que sentimos. Recordaremos que las emociones nacen en nuestro sistema de creencias; por tanto, ante una misma situación podemos reaccionar de diferentes formas. Además somos nosotros los que decidimos -consciente o inconscientemente- cómo lo hacemos. Aceptaremos que nos hemos enfadado y que ese enfado nos viene a contar algo sobre nosotros mismos que podremos descubrir cuando hagamos la "gestión en frío".
  • Recordaremos que después de la tormenta siempre, siempre viene la calma. Será entonces cuando, si lo consideramos necesario, nos volveremos a acercar al acontecimiento y a la persona para comunicar nuestro punto de vista con asertividad. 
Todas las emociones son energía que una vez generada no puede quedar atrapada en el cuerpo; por tanto, o la observamos con gran entereza hasta que desaparezca o necesitaremos canalizarla de una forma que no sea nociva ni para nosotros mismos ni para nuestro entorno.

En cuanto empieza a ser dueño de sus emociones, las reconoce, las acepta, pero no tiene por qué dejarse llevar por sus estrategias habituales, puede cambiarlas.
El teatro nos concede estos espacios para experimentar a través de las improvisaciones de otras formas de reaccionar ante los mismos estímulos, nos permite convertirnos en otros para probar: ¿ Qué pasaría si en lugar de hacer aquello hago esto ?

Una actitud de juego, de humor y de explorar será muy bienvenida para esta parte de la gestión emocional, pues nos damos cuenta de que no hay nunca nada tan serio ni tan inmutable. "Cambia, todo cambia" dice la canción de Mercedes Sosa; el cambio no necesita de nuestro visto bueno, por tanto mejor jugar con él formando parte activa.


Hata el próximo encuentro!!! Os deseo una excelente semana para tod@s!!
De corazón a corazón...