Sólo podemos dar inicio a la gestión emocional cuando hemos conocido e identificado nuestras emociones, es decir, cuando las vemos venir, cuando somos conscientes de que llegan y queremos ser nosotros los dueños de sus reacciones ante el estímulo. La gestión emocional empieza en esa milésima de segundo que hemos llamado "Libertad".
Dividimos la gestión emocional en dos momentos, uno que llamamos "en caliente" pues se hace en el espacio que se da entre el estímulo y la reacción, o sea, en el momento en que las emoción se está sintiendo en el cuerpo. Y al otro lo llamamos "en frío", pues se hace después de que ha pasado la emoción y tiene un carácter más analítico, más reflexivo.
LA GESTIÓN EMOCIONAL "EN CALIENTE"
Cuando identificamos y reconocemos que estamos sintiendo una emoción es cuando empieza esta primera fase de gestión emocional, esto es, cuando hemos notado en el cuerpo sus reacciones fisiológicas y estamos dispuestos a decidir qué hacer con esa energía.
En ese instante en que somos libres tendremos siempre tres estrategias posibles a seguir:
- Sentir la emoción en el cuerpo y dejarla ir, sin hacer nada con ella.
- Sentir la emoción en el cuerpo y buscar una alternativa que sea diferente a la que ella siempre nos suele llevar para descargar la energía.
- Sentir la emoción en el cuerpo y dejarnos llevar por su energía primitiva, instintiva.
Poner en práctica la Inteligencia del corazón implicará sobre todo entrenarse en la primera estrategia, es decir, la que consiste en permanecer imparcial e inmóvil ante aquello que sucede en nuestro interior. Será acoger lo que nos ocurre sin juicio, pero sin hacer nada con ello, sólo observarlo hasta que desaparezca. Des-identificarse para conocerlo y dejarlo ir con la respiración.
"¿ Qué se supone que tengo que hacer? ¿No hacer? ¿Cómo lo hago?"
Este no hacer te sugiere observar, indagar lo que te ocurre dentro con la calma y la tranquilidad de tu Observador, de tu verdadero Yo , sin dejarte arrastrar por la fuerza de esa energía que proviene de las emociones.
Si queremos conocernos, debemos conocer todas las emociones que nacen en nosotros, ya que son ellas las que nos abrirán otras puertas en nuestro interior.
Para conocerlas, tenemos que indagar, observando dónde se van colocando en el cuerpo hasta que su energía se agote. Eso quiere decir que debemos "Des-identificarnos" de ellas. Por eso esta primera estrategia será la más complicada de las tres y la que requerirá más práctica, más entreno.
Para conocerlas, tenemos que indagar, observando dónde se van colocando en el cuerpo hasta que su energía se agote. Eso quiere decir que debemos "Des-identificarnos" de ellas. Por eso esta primera estrategia será la más complicada de las tres y la que requerirá más práctica, más entreno.
Si queremos entrenarnos en el "no hacer", que nos lleva a la imparcialidad y ecuanimidad en el sentir, seguiremos estos pasos, para realizar la primera gestión " en caliente " :
- Reconocer la emoción: deberemos estar presentes para observar aquello que ocurre en nuestro cuerpo. Esta observación puede ser muy fisiológica. Por ejemplo, nos preguntaremos ¿Dónde siento hormigueo en el cuerpo? ¿Qué músculos se me están tensando? ¿Tengo la boca seca? ¿Me sudan las manos? ¿Cómo me late el corazón? Nos dedicaremos a indagar lo que ocurre en nuestro cuerpo como si fuese de otra persona; nos distanciaremos de lo que nos ocurre y sobre todo no nos juzgaremos. Sólo observaremos. Esto no quiere decir que dejemos de sentir el cuerpo, sino todo lo contrario: nos permitimos sentirlo en el cuerpo, mientras lo observamos.
- Permitir la emoción: acogernos, aceptando sin juicio, todo aquello que nos ocurre, distanciándonos de ello. Aceptaremos todo lo que sentimos sin ponerle etiquetas de bueno o malo. Seremos nuestro mejor amigo.
- Sentirla: permitiremos que se mueva por nuestro cuerpo, ayudándonos de la respiración consciente. Obsevaremos también el dolor cuando llegue acompañando a la emoción.
- Dejarla ir: esperaremos en esa observación a que la emoción desaparezca. Como hemos visto, su duración es limitada. Si sólo la observamos, sin juicio,hará su recorrido y luego desaparecerá.
Sólo el silencio interior nos permitirá llevar a cabo este proceso de gestión emocional en caliente.
La libertad en nuestro interior sólo podrá darse si contamos con un silencio que nos permita observar y, sin juicio, aceptar lo que nos ocurre. No será posible conseguir ese silencio con prisa.
Es en este silencio del no juicio, del no hacer y del observar, cuando el Verdadero Yo está presente y se coloca en su banqueta del carruaje, desde donde dará luego las órdenes para actuar, una vez pasada la tormenta emocional.
¿Cómo podemos regular la rabia para que no nos arrastre con su energía?
Antes que nada nos des-identificaremos de ella e intentaremos observarla respirándola; sin embargo, si ésta llega a ser muy intensa necesitaremos hacer algo con ella. ¿Qué podemos hacer en ese caso, además de contar hasta diez, como nos sugiere la sabiduría popular?
- Llevaremos nuestra atención a la respiración abdominal para relajarnos.
- Tomaremos distancia temporal y física con respecto al acontecimiento, así como respecto a la persona que sentimos que nos ha provocado.(por ejemplo salimos unos minutos a caminar, a tomar el aire)
- Haremos ejercicio físico para canalizar la agresividad; podríamos ir a correr después del trabajo, a bailar, a lanzar un gran grito en medio de la montaña, etc.
- Aceptaremos nuestra responsabilidad en lo que sentimos. Recordaremos que las emociones nacen en nuestro sistema de creencias; por tanto, ante una misma situación podemos reaccionar de diferentes formas. Además somos nosotros los que decidimos -consciente o inconscientemente- cómo lo hacemos. Aceptaremos que nos hemos enfadado y que ese enfado nos viene a contar algo sobre nosotros mismos que podremos descubrir cuando hagamos la "gestión en frío".
- Recordaremos que después de la tormenta siempre, siempre viene la calma. Será entonces cuando, si lo consideramos necesario, nos volveremos a acercar al acontecimiento y a la persona para comunicar nuestro punto de vista con asertividad.
Todas las emociones son energía que una vez generada no puede quedar atrapada en el cuerpo; por tanto, o la observamos con gran entereza hasta que desaparezca o necesitaremos canalizarla de una forma que no sea nociva ni para nosotros mismos ni para nuestro entorno.
En cuanto empieza a ser dueño de sus emociones, las reconoce, las acepta, pero no tiene por qué dejarse llevar por sus estrategias habituales, puede cambiarlas.
El teatro nos concede estos espacios para experimentar a través de las improvisaciones de otras formas de reaccionar ante los mismos estímulos, nos permite convertirnos en otros para probar: ¿ Qué pasaría si en lugar de hacer aquello hago esto ?
Una actitud de juego, de humor y de explorar será muy bienvenida para esta parte de la gestión emocional, pues nos damos cuenta de que no hay nunca nada tan serio ni tan inmutable. "Cambia, todo cambia" dice la canción de Mercedes Sosa; el cambio no necesita de nuestro visto bueno, por tanto mejor jugar con él formando parte activa.
Hata el próximo encuentro!!! Os deseo una excelente semana para tod@s!!
De corazón a corazón...
En cuanto empieza a ser dueño de sus emociones, las reconoce, las acepta, pero no tiene por qué dejarse llevar por sus estrategias habituales, puede cambiarlas.
El teatro nos concede estos espacios para experimentar a través de las improvisaciones de otras formas de reaccionar ante los mismos estímulos, nos permite convertirnos en otros para probar: ¿ Qué pasaría si en lugar de hacer aquello hago esto ?
Una actitud de juego, de humor y de explorar será muy bienvenida para esta parte de la gestión emocional, pues nos damos cuenta de que no hay nunca nada tan serio ni tan inmutable. "Cambia, todo cambia" dice la canción de Mercedes Sosa; el cambio no necesita de nuestro visto bueno, por tanto mejor jugar con él formando parte activa.
Hata el próximo encuentro!!! Os deseo una excelente semana para tod@s!!
De corazón a corazón...