Lo obvio y lo imaginario
Somos organismos que vivimos en ambientes favorecedores de nuestra existencia. Necesitamos una cierta temperatura y determinadas condiciones en la atmósfera y en el entorno psicosocial. necesitamos incorporar y eliminar sustancias orgánicas a través de nuestro cuerpo, y relacionarnos social y afectivamente con los otros seres vivos. El amor y la cultura son parte de nuestro ambiente inmediato.
Cuando las condiciones de existencia son inferiores a cierto umbral mínimo, nos enfermamos o nos morimos. Es así de simple, no existimos fuera de las condiciones ambientales mínimas. Por lo tanto, los organismos que establecen mejor relación con el ambiente logran una mejor calidad de vida.
El contacto con el medio ambiente es la función vital más elemental que tenemos para sobrevivir. Este contacto se llama experiencia. Es sensorial, vital y siempre se da en el presente. Es una consciencia inmediata del entorno y la respuesta que damos, de aceptación o rechazo. Esta respuesta es una creación ante lo novedoso que se nos plantea en la experiencia en el aquí y ahora.
Los seres humanos tenemos una función exclusiva: la actividad mental, es decir, la posibilidad de pensar, imaginar y simbolizar. Este maravilloso don nos diferencia de los animales y nos coloca en la cúspide de la evolución. A partir de esta capacidad, hemos descubierto la posibilidad de la comunicación verbal y hemos creado miles de culturas a través de la historia.
Podemos adelantar nuestra acción, previéndola en imágenes, estrategias y planes. Podemos volcar en un papel nuestras ideas y compartirlas más allá de nuestra presencia. Podemos leer a personas del pasado, a través de esa extraordinaria simbolización que es la escritura.
Esta capacidad de simbolizar es tan poderosa que creamos conceptos para describir cada una de las características del medioambiente: objetos, sonidos, acciones, actitudes, el nombre de los colores y el sabor de los alimentos. Les ponemos palabras y los definimos. Parece que todo puede ser conceptualizado. Si no, no existe.
Como decía Allan Watts:
¿Qué nos pasa? El problema básico de la civilización, sea americana, alemana, inglesa, china o japonesa, radica en que confundimos nuestros sistemas de símbolos y descripciones con el mundo real y natural, el universo representado con el universo vivo, el dinero con la riqueza, las cifras con los hechos, los pensamientos con las cosas, las ideas con los acontecimientos, el ego con el organismo y el mapa con el territorio.
Y más adelante agrega:
La palabra agua no se puede beber y un barco no flota sobre la fórmula H2O
Pero el problema es más complejo aún. La conceptualización es subjetiva. Es decir, la realiza un sujeto: un yo. Mi conceptualización puede ser distinta a la tuya y a la del otro. Entonces comenzamos a crear realidades de acuerdo con la subjetividad del que la está percibiendo. Cada vez que creamos una conceptualización que describe la realidad, la definimos, la acotamos y la nombramos desde nuestra subjetividad. Si a esa conceptualización le llegamos a dar valor de verdad, entonces la discusión a muerte es inevitable y una de las lecturas de la realidad es verdadera y las otras están totalmente equivocadas.
La relación que entablamos con nuestro entorno es experiencial y altamente contaminada con nuestras subjetividades. La lectura o decodificación está contaminada por nuestra capacidad de significar la realidad y debemos convivir con esta "inevitable contaminación" ya que el contacto puro y aséptico no existe. Por lo menos en el estado ordinario de consciencia que habitamos cotidianamente.
De todas maneras, podemos establecer ciertas convenciones que nos permiten comunicarnos sin enloquecernos. Podemos estar de acuerdo en llamar "árbol" a este ser vegetal que nos da sombre y "televisor" a esa máquina con pantalla. Es decir, que podemos estar de acuerdo convencionalmente en ciertos códigos de lectura de la realidad, donde nuestras subjetividades coinciden, sabiendo que de ninguna manera estamos describiendo a la realidad en sí.
A esta descripción convencional la llamamos "lo obvio". Es el consenso por los objetos, colores o por los movimientos que observamos. Por ejemplo, podríamos decir que "Pablo está sentado rascándose la cara con la mano derecha" si todos estuviéramos viéndolo desde el mismo ángulo. A esta actividad la llamamos percepción, la posibilidad de captar la realidad a través de los sentidos y describirla en palabras que nos permiten comunicarnos en términos compartidos. Esta percepción puede ser deformada por la imaginación, la capacidad de crear, de inventar supuestos, de crear significados o de asociar con otros significados. Entonces podemos afirmar que "Pablo está tocándose la cara para contener sus impulsos destructivos" y afirmar está suposición como si fuera una percepción.
Es un problema muy grande cuando "lo imaginario" sustituye a "lo obvio" y lo es aún peor cuando no nos damos cuenta y lo transformamos en una verdad absoluta.
Nos inventamos historias y las repetimos tantas veces que nos parecen obvias. Nos encerramos en nuestras películas y reemplazamos la realidad por nuestras construcciones imaginarias.
Vamos a explorar nuestra capacidad de contactarnos con el mundo a través del siguiente experimento. Primero definiremos sintéticamente las dos variables que vamos a explorar.
Lo obvio: es aquello que podemos percibir a través de nuestros sentidos y puede ser compartido por convención con las demás personas.
Lo imaginario: es aquello que libremente agregamos, suponemos o inventamos. Son pensamientos, ideas o hipótesis. Es subjetivo.
Lo obvio puede ser compartido por los observadores mientras que lo imaginario es absolutamente individual y por lo tanto varía.
Por ejemplo, "Juan entra a un salón donde están reunidas varias personas, y todas observan que tiene en ceño fruncido. Cada una lo traduce a su manera":
a) me imagino que está enojado.
b) me imagino que le duele la cabeza.
c) me imagino que está preocupado.
d) me imagino que me va a pegar.
e) me imagino que le pasó algo y está apenado.
Si cada una de estas personas confunde lo obvio con lo imaginario, puede creer que lo que imaginó es verdad y discutir con los otros acerca de lo que le pasa a Juan en vez de preguntarle a Juan qué es lo que le pasa; ello sería lo más atinado.
No es conflictivo imaginar. Lo malo es confundirlo con lo real.
Ejercicio 1
"ES OBVIO QUE..." "ME IMAGINO QUE..."
Se juega en parejas. Primero se eligen A y B.
A comienza observando detenidamente a B y cuando algo le llama la atención, lo enuncia de la siguiente manera:
A: Es obvio que me miras sonriente. Me imagino que estarás intrigad@ con lo que voy a decirte.
B: Es obvio que adelantas el torso para hablarme, que pusiste tus manos en jarras y levantas tus hombros. Me imagino que me estás desafiando.
La diferenciación de estos dos elementos produce una notable disminución de los malentendidos. Por lo tanto, ante la duda es mejor preguntar "esto que me imagino, ¿es así?" o preguntarle al otro "¿Qué te pasa?".
La simplicidad de la comunicación garantiza la no-distorsión y su profundidad.
Ejercicio 2
EL PISH
Lo obvio y lo imaginario en acción
Ahora vamos a hacer un segundo ejercicio que consiste en diferenciar estas instancias y relacionarlas en una cadena sensorio-motora que nos permita concientizar la forma de establecer el contacto con el mundo.
P: Percibo. Es lo que veo, toco, siento, etc. Es lo obvio.
I: Imagino. Es lo que agrego. Lo que no está obvio. Lo que yo pienso.
S: Siento. Es la reacción emocional frente a lo que percibo.
H: Hago. Es la acción que expresa al sentimiento.
Este ejercicio consiste en que cada persona haga una serie completa, incluyendo a cada uno de estos cuatro elementos.
Por ejemplo:
Percibo: Que Juan está gritando.
Imagino: Que me quiere asustar. O que está asustado, o cualquier otra cosa.
Siento: Curiosidad por saber qué le pasa.
Hago: Le pregunto.
El punto clave de este ejercicio es descubrir si lo que siente la persona está en relación con lo obvio o con lo imaginario.
Otro ejemplo:
Percibo: Que me tocaste la mano.
Imagino: Que me quieres seducir.
Siento: Mucha vergüenza.
Hago: Me pongo colorada y me alejo.
Aquí el sentimiento se basa en el imaginario en vez de apoyarse en la percepción. Se contaminó la percepción con un supuesto que es tomado como cierto sin ser verificado. Su vergüenza es un sentimiento que se creó ella misma y se lo atribuye a la interacción con su compañero. La seducción es una intencionalidad que una persona le asigna al movimiento de la mano y no es obvia, es imaginaria.
En el circuito sano la persona se conecta con el entorno y sus imaginarios no interrumpen el contacto. En el circuito neurótico la persona se conecta emocionalmente con sus imaginarios y se inventa estados emocionales que no se ajustan a la realidad. Dado que las fantasías pueden ser anastróficas o catastróficas, esto puede conducir a estados ilusoriamente felices o estados de tristeza o ataques de pánico, etc. Es el mecanismo conocido vulgarmente como "darse manija" o "hacerse la cabeza".
El organismo sano es el que está en contacto con lo que sucede y no con lo que se imagina que sucede. Nuestros imaginarios pueden ser un puente a nuestra creatividad o un sustituto de la percepción que nos conduzca al autoengaño.
¿Puedes observar aquí el circuito neurótico del PISH? Identifica la percepción, el imaginario, el sentir y el hacer de estos personajes. Me gustaría que lo compartieras en el blog!
Hasta la próxima!!!