martes, 25 de agosto de 2015

El desapego emocional

“Hoy te dejo en libertad. Hoy me olvido de mis miedos. Hoy comienzo a valorarme. Hoy salgo adelante. Hoy te dejo de esperar.”

Es posible que la palabra “desapego” te cause cierta sensación de frialdad e incluso de egoísmo emocional. Nada más lejos de la realidad. La palabra desapego, entendida dentro del contexto del crecimiento personal, supone un gran valor interior que todos deberíamos saber desarrollar.
Practicar el desapego no significa en absoluto desprendernos de todo aquello que nos es importante, rompiendo vínculos afectivos o relaciones personales con quienes forman parte de nuestro círculo personal.
“Significa básicamente saber amar, apreciar e involucrarnos en las cosas desde un punto de vista más equilibrado y saludable, liberándonos a su vez de esos excesos que nos ponen cadenas y que nos amarran. Que nos cortan las alas.”
La liberación emocional es darnos la opción de vivir con más honestidad de acuerdo a nuestras necesidades, ofreciéndonos a su vez la opción de crecer, de avanzar con conocimiento de causa. Sin dañar a nadie, sin que nadie nos ponga tampoco su cerco camuflado con las cadenas del amor pasional, filial o incluso maternal.

Aprendamos pues, a poner en práctica estas sencillas leyes del desapego:

Primera ley: eres responsable de ti mismo.

Nadie va a retirar cada piedra que te encuentres en tu camino, al igual que nadie va a respirar por ti ni se va a ofrecer como voluntario para cargar tus penas o sentir tus dolores. Tú mismo eres artífice de tu propia existencia y de cada paso que das.
Así pues, la primera ley que debes tener en cuenta para practicar el desapego, es tomar consciencia de que eres pleno responsable de ti mismo.
  • No pongas en el bolsillo de los demás tu propia felicidad. No concibas la idea de que para ser feliz en esta vida, es esencial encontrar una pareja que te ame, o tener siempre el reconocimiento de tu familia.
  • Si el barómetro de tu satisfacción y felicidad está en lo que los demás te aportan, no conseguirás más que sufrimiento. ¿La razón? Pocas veces lograrán cubrir todas tus necesidades.
  • Cultiva tu propia felicidad, siéntete responsable, maduro, toma consciencia de tus decisiones y de sus consecuencias, elige por ti mismo y no dejes nunca que tu bienestar dependa siempre de corazones ajenos.

Segunda ley: vive el presente, acepta, asume la realidad.

En esta vida, nada es eterno, nada permanece, todo fluye y retoma su camino tejiendo ese orden natural que tanto nos cuesta asumir a veces. Las personas estamos casi siempre centradas en lo que ocurrió en el pasado y que, de algún modo, se convierte ahora en una dura carga que altera nuestro presente.
Estas desavenencias familiares, ese trauma, esa pérdida, ese fracaso sentimental o esa frustración no superada. Todo ello son anclas que nos aferran, que ponen cadenas en nuestros pies y anzuelos en nuestra alma.
“Es un apego tóxico y poco saludable que nos impide avanzar en libertad y plenitud.”
Acepta, asume y aunque te cueste, aprende a perdonar. Te hará sentir más liberado y te ayudará a centrarte en lo que de verdad importa, el “aquí y ahora”, este presente donde tienes tu verdadera oportunidad. ¿A qué esperas?

Tercera ley: promueve tu libertad y permite ser libres también a los demás.
“Asume que tu libertad, es la forma más plena, íntegra y saludable de disfrutar de la vida, de entenderla en toda su inmensidad.”
No obstante, ello no impide que podamos establecer vínculos afectivos con otras personas, porque también ellos forman parte de nuestro crecimiento personal. Saber amar y saber recibir amor.
No obstante, el desapego implica que nunca debes hacerte responsable de la vida de otros, al igual que los demás no deben tampoco imponerte tus principios, sus ataduras o cadenas personales para aferrarse a ellos. Es aquí cuando empieza el auténtico problema y los sufrimientos.
Los apegos intensos nunca son saludables, pensemos por ejemplo en esos padres obsesivos que se exceden en la protección de sus hijos y que les impiden poder madurar, poder avanzar con seguridad para explorar el mundo.
La necesidad de “desapegarse” es vital en estos casos, ahí donde cada uno debe salir de los límites de la certidumbre para aprender de lo imprevisto, de lo desconocido.

Cuarta ley: Asume que las pérdidas van a suceder tarde o temprano. 

Volvemos de nuevo a la misma idea: aceptar que, en esta vida, nada puede contenerse eternamente. La vida, las relaciones, e incluso las cosas materiales terminan desvaneciéndose como el humo que se escapa de una ventana abierta o el agua fresca que resbala por nuestros dedos.
Las personas se irán, los niños crecerán, algunos amigos dejarán de serlo y algunos amores se irán del calor de tu mano… Todo ello forma parte del desapego, y como tal, hemos de aprender a asumirlo para afrontarlo con mayor integridad. Con mayor fuerza. Pero lo que nunca va a cambiar, es tu capacidad de querer. Y debes empezar siempre por ti mismo.


Cuando mueren los apegos nace la libertad

Solemos hacernos conscientes de la esclavitud emocional a la que estamos sometidos cuando nuestro corazón se resquebraja. Esto sucede cuando una relación nos duele, bien porque nos esclaviza o bien porque algo dentro de nosotros se ha roto al decir adiós. Ante estas situaciones, sentimos que el mundo se apaga y que una ola de dolor inmenso se cierra sobre nosotros impidiéndonos respirar. Esto es el ahogo emocional y, su ingrediente clave, la dependencia.
Pero, a veces, llega el momento de dejar en libertad lo que atábamos y lo que nos ata y comienza una nueva vida, porque la esclavitud emocional ahoga. Y es en ese momento en el que no nos vemos capaces de hacer nada sin ir de la mano de esa persona o, simplemente, de alguien que nos guie.


Disfrutar de la soledad de uno mismo para ser feliz en pareja
“Durante toda mi vida he entendido el amor como una especie de esclavitud consentida.Pero esto no es así: La libertad solo existe cuando existe el amor. Quien se entrega totalmente, quién se siente libre, ama al máximo.Y quien ama al máximo, se siente libre. Pero en el amor, cada unoi de nosotros es responsable por lo que siente, y no puede culpar al otro por eso.Nadie pierde a nadie, porque nadie posee a nadie. Y esta es la verdadera experiencia de la libertad: tener lo más importante del mundo sin poseerlo.”
La mejor manera de ser feliz con alguien es aprendiendo a ser feliz estando solo. ¿Por qué? Porque de esa manera la compañía se convierte en elección y no en necesidad.
Entendemos el amor de forma errónea porque la clave no es el “te necesito en mi vida” si no el “te prefiero en mi vida”. No atender a los sentimientos y necesidades de posesión nos ayudará a vivir en paz y libertad con nosotros mismos.


Dejar de esperar, la clave de la liberación emocional
“Sigo mal, y seguiré peor, pero voy aprendiendo a estar sola, y eso ya es una ventaja y un pequeño triunfo.”
Tu verdadera libertad llega cuando empiezas a comprender quien eres y de lo que eres capaz. Es tu independencia, ese ansiado trofeo, la que obtienes cuando te desatas, te deshaces de tus cuerdas y miras hacia delante sin necesitar a alguien que te lleve de la mano.
No poseer y que no te posean es la mejor experiencia de libertad que podemos tener. Porque sentir algo como propio siempre significa, de alguna forma, vivir al lado de la esclavitud.
Nuestra dependencia es la que nos hace esclavos, sobre todo si es nuestra autoestima la que depende de algo o de alguien. El necesitar la alabanza, el cariño o la atención de alguien hace que dejemos de ser dueños de nuestro destino.
No son los demás los que nos dañan, si no que somos nosotros los que damos validez a sus opiniones y a sus acciones. Nadie puede hacerte daño sin el consentimiento de tu yo interno, lugar en el que está el pilar que sostiene tu arquitectura emocional.
Así que la autoconfianza y la autoestima cuidadas son las mejores herramientas para decir adiós a los apegos insanos e innecesarios que merman nuestra vitalidad y nuestras ganas de realizarnos.
Tenemos que ser los primeros en respetarnos, dejando de lado las expectativas sobreaprendidas que nos dicen que solo somos amados si nos necesitan y que el amor solo es amor si vivimos por y para él.


Te recomiendo escuchar atentamente este vídeo y podrás reconocer aún más las ataduras que nos esclavizan culturalmente.

Hasta la próxima!!! Abrazos!!! 

martes, 18 de agosto de 2015

¿Como tratas a los ancianos? Lo que hoy das es lo que has de encontrar mañana cuando envejezcas


Los adultos mayores en general son muy parecidos en todas partes del mundo.
El cuerpo les pasa factura y comienzan los “achaques” (dolores de huesos, presión arterial alta, artritis, demencia senil, alzhéimer, párkinson, invalidez, incontinencia y una lista sin fin). Es que aún estamos diseñados para “vivir” hasta cierta edad, el cuerpo es una máquina que se va desgastando con el correr de los años… pero la mente muchas veces tarda un poco más… y allí entra en juego la dualidad de querer seguir o de detenerse ya…
Muchos de nosotros llegaremos a viejitos, otros quizás nos quedemos en el camino física o mentalmente.
He tenido la oportunidad de trabajar terapéuticamente con algunos gerontes y la gran mayoría están resignados a llevar una vida mucho más limitada en muchos sentidos.
Hay abuelitos que no tienen más remedio que depender de sus hijos, hay hijos que deben contratar a cuidadores para sus padres por sus obligaciones diarias. O terminan llevándolos a una residencia para ancianos donde teóricamente estarán mejor cuidados…
Somos seres llenos de emociones, cada situación de vida  nos conlleva no una, sino varias emociones y sus consecuencias.
La emoción más común en los ancianos es la resignación… Pero cuando esto no sucede comienzan a “desvariar”… Esto significa que no se quedan con los que les dicen que hagan, sientan o piensen. Siguen siendo seres racionales y emocionales. A veces la razón y la cognición se deterioran, entonces, se rigen básicamente por sus emociones, como los niños pequeños… Y eso muchas veces nos da pena verlos así… Imagínense cómo se pueden sentir ellos.
Toda una vida educándose, trabajando, criando a sus hijos, postergando sus sueños… y cuando llegan a viejitos el estado mismo los relega, los “destrona”, los margina con un salario miserable que apenas les alcanza para sus medicamentos… y siguen pagando impuestos…
Claro, ustedes me dirán: “pero si no tienen conciencia de lo que les pasa, muchos ni siquiera se ocupan ya de sus finanzas…”
¿Y eso qué más da?
Ellos tienen tanto o más derecho que muchos de nosotros para disfrutar del tiempo que les queda por vivir. ¿Eso nos da derecho a quitarles sus sueños, sus momentos de felicidad?
Una vez escuché a la hija de una anciana decirme: “mi mamá ya no entiende nada”, yo me pregunté inmediatamente ¿cómo puede estar tan segura de eso?
Considero que el sentir no se quita con los años, ¡nada más alejado de eso! Es más, muchos de nuestros abuelitos sienten más que nosotros mismos.

El adulto mayor

La vejez es un proceso de cambios determinados por factores fisiológicos, anatómicos, psicológicos y sociales.
La mayoría de las definiciones de la vejez enfatizan el aspecto biológico y plantean que es: un proceso progresivo desfavorable de cambio a nivel fisiológico y anatómico, producto del paso del tiempo y que concluye invariablemente con la muerte. En los ancianos se puede detectar diferencias individuales debido a las características de la personalidad y acentuados por el cúmulo de experiencias de cada cual.
En la vejez se da una reducción de la capacidad funcional del individuo. Puede encontrarse declinación en funciones intelectuales tales como: análisis, síntesis, razonamiento aritmético, ingenio e imaginación, percepción y memoria visual inmediata.
El anciano presenta menos deterioro de sus facultades intelectuales siempre y cuando se mantenga activo y productivo cualquiera sea la actividad que realice.
Podemos sintetizar que las personas de edad presentan varios problemas a resolver:
  • El problema biológico: enfermedades crónicas agregadas y el proceso normal de involución
  • El problema económico: el problema del mejor aprovechamiento vital (cómo administrar el tiempo que queda de vida)
  • El problema sexual
  • El problema filosófico: angustia de muerte y el qué pasará después de la muerte
  • Relaciones sociales
  • El problema lúdico: Este es un punto importante ya que los individuos no saben cómo ocupar el tiempo libre que antes ocupaban con el trabajo; no saben cómo recrearse ni qué actividades físicas realizar.


La familia del adulto mayor

Para ello la familia deberá conocer lo que es esperable en un envejecimiento normal, ya que esto facilita una convivencia armónica entre las distintas generaciones y posibilitará la integración de las mismas, creciendo y nutriéndose con el aporte de una visión diferente de la vida.
Este logro, esta visión distinta, la ha conseguido el adulto mayor luego de transitar por las distintas etapas de la misma. Es el resultado de las luchas llevadas a cabo. En su búsqueda de los valores a lograr y con la maduración obtenida a través de los éxitos alcanzados y los fracasos padecidos.
Todo ello servirá como modelo, como ejemplo para las nuevas generaciones, quienes inician su camino en la búsqueda de un desarrollo pleno de sus posibilidades, en búsqueda del encuentro del sentido de sus vidas.
Lo que deberá conocer la familia es, pues, lo esperable en el envejecimiento normal, esto es un proceso paulatino y gradual que permite el desarrollo de mecanismos de adaptación y compensación de las funciones que declinan, haciéndose esto notorio solo en personas de edad avanzada.
Los rasgos de personalidad se mantienen. Generalmente, a lo largo de una vida sana. Prácticamente sin modificaciones. Pero a una altura avanzada de la misma, debido al impacto de los factores estresantes de la vejez y a la declinación natural esperable.
Los factores estresantes del adulto mayor son:

1. Las deficiencias físicas. Cambios importantes del esquema corporal.
2. El retiro laboral.
3. La pérdida de coetáneos, fundamentalmente su compañera o compañero.
4. La disminución de la movilidad, lo que incrementa el aislamiento social.
5. Las dificultades para la realización de las actividades cotidianas.
6. Las dificultades económicas.
7. Enfermedades médicas, crónicas y agudas.
8. Las interacciones medicamentosas y la polifarmacia.

Depresión del adulto mayor

La depresión es un trastorno de primer orden en cuanto a frecuencia y trascendencia dentro de las enfermedades que aquejan preferentemente a los ancianos. La existencia de tratamientos eficaces que pueden mejorar la calidad de vida de quienes padecen este trastorno, obliga a prestar especial atención a este problema. Debemos mantener un permanente estado de alarma que permita su detección, para posteriormente abordarla con tratamientos de los que disponemos.

Cómo se trata la depresión

Para tratar la depresión se utilizan dos herramientas fundamentales: la psicoterapia y los fármacos antidepresivos (con estos últimos no estoy muy de acuerdo…)
La psicoterapia en muy diversas formas: terapias cognitivas, interpersonales, psicodinámicas que tienen un papel importante en la depresión del anciano en casos de intensidad leve o moderada dentro de un abordaje integral del problema.

Muerte y duelo

Pocas personas llegan a aceptar la muerte como un proceso natural y normal en la vida y aquellas que lo consiguen, probablemente tengan una vida más feliz. La muerte es un escalón desconocido en nuestra existencia y solo aquellos que hayan pasado por una experiencia al borde de la muerte poseen conocimientos para saber que el sentimiento que acompaña a la muerte es confortable. Las experiencias vividas por estas personas que, en algún momento, estuvieron cerca de perecer coinciden en una sensación agradable.
El miedo a la muerte inhibe nuestra vida porque muchos actos no los realizamos pensando en el peligro que comportan. Nos volvemos débiles, catastróficos porque no entendemos con qué medida se toma la gran decisión de despojarnos de nuestra vida, creyendo a menudo que no es justo. Nuestro principal problema es que todavía no hemos asimilado la idea de que tan solo es nuestro caparazón el que muere, es decir, el cuerpo o forma que adquirimos al presentarnos a los demás mortales. Nosotros somos una mente consciente habitando un cuerpo y por ello hemos de entender que aunque el cuerpo se extinga con el proceso de la muerte, la mente que lo habitaba sigue su camino en la eternidad del universo.
La ansiedad que sentimos a lo largo de nuestra existencia física en torno a esa experiencia, tiene que ver con la falsa creencia de que somos eso que vemos reflejado en un espejo y, “eso” se lastima, se hiere, se arruga y desaparece vitalmente.
Ese sentimiento que nos acosa ante la muerte de un ser querido es lo que llamamos “duelo”. Cuando una persona amada muere nos sentimos, en un primer momento, perdidos, tratados injustamente, por haber sido arrancados bruscamente de su lado. Rechazamos la dolorosa realidad como si de una pesadilla se tratase y al despertar nuestro ser amado volviera a estar vivo. Este proceso es nuestro mecanismo de defensa para que el YO que habitamos no sufra tanto. Pensamos mil formas distintas de negarlo, recorriendo mentalmente el pasado. Pero en este proceso de dolor y duelo llegamos a un reconocimiento de la dolorosa realidad que evoluciona hacia la propia reinserción de la vida que vivimos, manteniendo en nuestra mente su recuerdo pero avanzando en la reconstrucción de nuestra propia existencia.
El duelo es un proceso necesario y natural para sanar nuestra mente y nuestra alma, y se utiliza siempre que perdemos algo o alguien querido.
Es necesario que comprendamos y aceptemos nuestros sentimientos con respecto a la muerte, que incorporemos la creencia de que es un proceso natural en una vida y que su significado tiene que ver más con renovación e inicio que con final o castigo. Es un proceso natural que nos conduce a un nuevo despertar, porque hay algo en tu interior que así te lo dice y que llamamos alma, aquella que es albergada en tu cuerpo físico y que es invisible y adimensional.
Este pensamiento proporcionará seguridad y mantendrá alejado el miedo a esa misteriosa experiencia. La actitud que tengamos hacia la muerte depende mucho de nuestro entorno tanto cultural como familiar. Nuestras convicciones las hemos heredado o aprendido de aquello que oímos y es, al madurar y hacernos adultos, cuando a menudo cuestionamos esas creencias tan instaladas en nuestro ser.

Amemos a nuestros abuelit@s! Porque eso es lo que más necesitan en este momento de sus vidas. En realidad, en todo momento de nuestras vidas necesitamos del amor, pero cuando se está en la recta final el alma debe regocijarse con mucho amor.
Os dejo el enlace a una película muy buena y representativa sobre este tema que tratamos hoy con un actor formidable, Jack Nicholson.


Desearía que compartan en esta página sus comentarios y experiencias con adultos mayores
¡Hasta la próxima! ¡Os abrazo!