Los adultos mayores en general son muy parecidos en todas
partes del mundo.
El cuerpo les pasa factura y comienzan los “achaques”
(dolores de huesos, presión arterial alta, artritis, demencia senil, alzhéimer,
párkinson, invalidez, incontinencia y una lista sin fin). Es que aún estamos
diseñados para “vivir” hasta cierta edad, el cuerpo es una máquina que se va
desgastando con el correr de los años… pero la mente muchas veces tarda un poco
más… y allí entra en juego la dualidad de querer seguir o de detenerse ya…
Muchos de nosotros llegaremos a viejitos, otros quizás nos
quedemos en el camino física o mentalmente.
He tenido la oportunidad de trabajar terapéuticamente con
algunos gerontes y la gran mayoría están resignados a llevar una vida mucho más
limitada en muchos sentidos.
Hay abuelitos que no tienen más remedio que depender de sus
hijos, hay hijos que deben contratar a cuidadores para sus padres por sus
obligaciones diarias. O terminan llevándolos a una residencia para ancianos
donde teóricamente estarán mejor cuidados…
Somos seres llenos de emociones, cada situación de vida nos conlleva no una, sino varias emociones y
sus consecuencias.
La emoción más común en los ancianos es la resignación… Pero
cuando esto no sucede comienzan a “desvariar”… Esto significa que no se quedan
con los que les dicen que hagan, sientan o piensen. Siguen siendo seres
racionales y emocionales. A veces la razón y la cognición se deterioran,
entonces, se rigen básicamente por sus emociones, como los niños pequeños… Y
eso muchas veces nos da pena verlos así… Imagínense cómo se pueden sentir
ellos.
Toda una vida educándose, trabajando, criando a sus hijos,
postergando sus sueños… y cuando llegan a viejitos el estado mismo los relega,
los “destrona”, los margina con un salario miserable que apenas les alcanza
para sus medicamentos… y siguen pagando impuestos…
Claro, ustedes me dirán: “pero si no tienen conciencia de lo
que les pasa, muchos ni siquiera se ocupan ya de sus finanzas…”
¿Y eso qué más da?
Ellos tienen tanto o más derecho que muchos de nosotros para
disfrutar del tiempo que les queda por vivir. ¿Eso nos da derecho a quitarles
sus sueños, sus momentos de felicidad?
Una vez escuché a la hija de una anciana decirme: “mi mamá
ya no entiende nada”, yo me pregunté inmediatamente ¿cómo puede estar tan
segura de eso?
Considero que el sentir no se quita con los años, ¡nada más
alejado de eso! Es más, muchos de nuestros abuelitos sienten más que nosotros
mismos.
El adulto mayor
La vejez es un proceso de cambios determinados por factores
fisiológicos, anatómicos, psicológicos y sociales.
La mayoría de las definiciones de la vejez enfatizan el
aspecto biológico y plantean que es: un proceso progresivo desfavorable de cambio a nivel fisiológico y anatómico, producto del paso del tiempo y que concluye invariablemente
con la muerte. En los ancianos se
puede detectar diferencias individuales debido a las características de la personalidad y acentuados por el cúmulo
de experiencias de cada cual.
En la vejez se da una reducción de la capacidad funcional
del individuo. Puede encontrarse declinación en funciones intelectuales tales como: análisis, síntesis,
razonamiento aritmético, ingenio e imaginación, percepción y memoria visual
inmediata.
El anciano presenta menos deterioro de sus facultades
intelectuales siempre y cuando se mantenga activo y productivo cualquiera sea
la actividad que realice.
Podemos sintetizar que las personas de edad presentan varios
problemas a resolver:
- El problema biológico: enfermedades crónicas agregadas y el proceso normal de involución
- El problema económico: el problema del mejor aprovechamiento vital (cómo administrar el tiempo que queda de vida)
- El problema sexual
- El problema filosófico: angustia de muerte y el qué pasará después de la muerte
- Relaciones sociales
- El problema lúdico: Este es un punto importante ya que los individuos no saben cómo ocupar el tiempo libre que antes ocupaban con el trabajo; no saben cómo recrearse ni qué actividades físicas realizar.
La familia del adulto mayor
Para ello la familia deberá conocer lo que es esperable en
un envejecimiento normal, ya que esto facilita una convivencia armónica entre
las distintas generaciones y posibilitará la integración de las mismas,
creciendo y nutriéndose con el aporte de una visión diferente de la vida.
Este logro, esta visión distinta, la ha conseguido el adulto
mayor luego de transitar por las distintas etapas de la misma. Es el resultado
de las luchas llevadas a cabo. En su búsqueda de los valores a lograr y con la
maduración obtenida a través de los éxitos alcanzados y los fracasos padecidos.
Todo ello servirá como modelo, como ejemplo para las nuevas
generaciones, quienes inician su camino en la búsqueda de un desarrollo pleno
de sus posibilidades, en búsqueda del encuentro del sentido de sus vidas.
Lo que deberá conocer la familia es, pues, lo esperable en
el envejecimiento normal, esto es un proceso paulatino y gradual que permite el
desarrollo de mecanismos de adaptación y compensación de las funciones que
declinan, haciéndose esto notorio solo en personas de edad avanzada.
Los rasgos de personalidad se mantienen. Generalmente, a lo
largo de una vida sana. Prácticamente sin modificaciones. Pero a una altura
avanzada de la misma, debido al impacto de los factores estresantes de la vejez
y a la declinación natural esperable.
Los factores estresantes del adulto mayor son:
1. Las deficiencias físicas. Cambios importantes
del esquema corporal.
2. El retiro laboral.
3. La pérdida de coetáneos, fundamentalmente su
compañera o compañero.
4. La disminución de la movilidad, lo que
incrementa el aislamiento social.
5. Las dificultades para la realización de las
actividades cotidianas.
6. Las dificultades económicas.
7. Enfermedades médicas, crónicas y agudas.
8. Las interacciones medicamentosas y la
polifarmacia.
Depresión del adulto mayor
La depresión es un trastorno de primer orden en cuanto a
frecuencia y trascendencia dentro de las enfermedades que aquejan
preferentemente a los ancianos. La existencia de tratamientos eficaces que
pueden mejorar la calidad de vida de quienes padecen este trastorno, obliga a
prestar especial atención a este problema. Debemos mantener un permanente
estado de alarma que permita su detección, para posteriormente abordarla con
tratamientos de los que disponemos.
Cómo se trata la depresión
Para tratar la depresión se utilizan dos herramientas
fundamentales: la psicoterapia y los fármacos antidepresivos (con estos últimos
no estoy muy de acuerdo…)
La psicoterapia en muy diversas formas: terapias cognitivas,
interpersonales, psicodinámicas que tienen un papel importante en la depresión
del anciano en casos de intensidad leve o moderada dentro de un abordaje
integral del problema.
Muerte y duelo
Pocas personas llegan a aceptar la muerte como un proceso
natural y normal en la vida y aquellas que lo consiguen, probablemente tengan
una vida más feliz. La muerte es un escalón desconocido en nuestra existencia y
solo aquellos que hayan pasado por una experiencia al borde de la muerte poseen
conocimientos para saber que el sentimiento que acompaña a la muerte es
confortable. Las experiencias vividas por estas personas que, en algún momento,
estuvieron cerca de perecer coinciden en una sensación agradable.
El miedo a la muerte inhibe nuestra vida porque muchos actos
no los realizamos pensando en el peligro que comportan. Nos volvemos débiles,
catastróficos porque no entendemos con qué medida se toma la gran decisión de
despojarnos de nuestra vida, creyendo a menudo que no es justo. Nuestro
principal problema es que todavía no hemos asimilado la idea de que tan solo es
nuestro caparazón el que muere, es decir, el cuerpo o forma que adquirimos al
presentarnos a los demás mortales. Nosotros somos una mente consciente
habitando un cuerpo y por ello hemos de entender que aunque el cuerpo se extinga
con el proceso de la muerte, la mente que lo habitaba sigue su camino en la
eternidad del universo.
La ansiedad que sentimos a lo largo de nuestra existencia
física en torno a esa experiencia, tiene que ver con la falsa creencia de que
somos eso que vemos reflejado en un espejo y, “eso” se lastima, se hiere, se
arruga y desaparece vitalmente.
Ese sentimiento que nos acosa ante la muerte de un ser
querido es lo que llamamos “duelo”. Cuando una persona amada muere nos
sentimos, en un primer momento, perdidos, tratados injustamente, por haber sido
arrancados bruscamente de su lado. Rechazamos la dolorosa realidad como si de
una pesadilla se tratase y al despertar nuestro ser amado volviera a estar
vivo. Este proceso es nuestro mecanismo de defensa para que el YO que habitamos
no sufra tanto. Pensamos mil formas distintas de negarlo, recorriendo
mentalmente el pasado. Pero en este proceso de dolor y duelo llegamos a un
reconocimiento de la dolorosa realidad que evoluciona hacia la propia
reinserción de la vida que vivimos, manteniendo en nuestra mente su recuerdo
pero avanzando en la reconstrucción de nuestra propia existencia.
El duelo es un proceso necesario y natural para sanar
nuestra mente y nuestra alma, y se utiliza siempre que perdemos algo o alguien
querido.
Es necesario que comprendamos y aceptemos nuestros
sentimientos con respecto a la muerte, que incorporemos la creencia de que es
un proceso natural en una vida y que su significado tiene que ver más con
renovación e inicio que con final o castigo. Es un proceso natural que nos
conduce a un nuevo despertar, porque hay algo en tu interior que así te lo dice
y que llamamos alma, aquella que es albergada
en tu cuerpo físico y que es invisible y adimensional.
Este pensamiento proporcionará seguridad y mantendrá alejado
el miedo a esa misteriosa experiencia. La actitud que tengamos hacia la muerte
depende mucho de nuestro entorno tanto cultural como familiar. Nuestras
convicciones las hemos heredado o aprendido de aquello que oímos y es, al
madurar y hacernos adultos, cuando a menudo cuestionamos esas creencias tan
instaladas en nuestro ser.
Amemos a nuestros abuelit@s! Porque eso es lo que más
necesitan en este momento de sus vidas. En realidad, en todo momento de
nuestras vidas necesitamos del amor, pero cuando se está en la recta final el
alma debe regocijarse con mucho amor.
Os dejo el enlace a una película muy buena y representativa
sobre este tema que tratamos hoy con un actor formidable, Jack Nicholson.
Desearía que compartan en esta página sus comentarios y
experiencias con adultos mayores
¡Hasta la próxima! ¡Os abrazo!
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