sábado, 17 de junio de 2017

LAS EMOCIONES: EL MOTOR QUE NOS MUEVE

TODOS LOS SERES HUMANOS TENEMOS EMOCIONES

Las primeras capas de la cebolla gigante interior tienen que ver con las emociones; y la primera parada en el viaje del autoconocimiento es sin duda la estación emocional. Por tanto, la inteligencia del corazón nos invita antes que nada a conocer nuestras emociones y a aprender a gestionarlas.

Hablar del ser humano es hablar también de emociones; como sabemos, todos tenemos un par de caballos que nos mueven. Las emociones son impulsos que comportan reacciones automáticas. El ser humano está vivo y siente, y aquello que siente es lo que llamamos "emoción" o "sentimiento".

La diferencia entre emoción y sentimiento es sutil, pero existe. La emoción incluye, en el momento  que se vive y delante del estímulo que la provoca, cambios en nuestros cuerpos y motivación para actuar. Es por tanto espontánea, y dura entre algunos segundos y algunas horas. En cambio, el sentimiento es una actitud que nace de una emoción, pero perdura más que ella. Un sentimiento es una emoción filtrada por la razón para prolongarse en el tiempo. Es decir, cuando alimentamos a la emoción de pensamientos la convertimos en sentimiento.

Hoy en día todas las investigaciones hechas desde la Neurociencia sobre el origen biológico de los comportamientos humanos avalan que podamos incluir el componente emocional. Estos aportes científicos corroboran que las emociones están detrás de todos nuestros comportamientos, y por ello es necesario educar en las emociones. Y educar significa primero reconocer que tenemos emociones y que éstas necesitan ser gestionadas.

Si no somos conscientes de la importancia de las emociones en nuestras vidas estamos dejando el timón de nuestro barco a la deriva.
Por tanto, es fundamental que sepamos que todos los seres humanos tenemos emociones, y que es nuestra responsabilidad conocerlas y gestionarlas.


LA FÁBRICA DE EMOCIONES


Antes de seguir, vamos a hacer una pequeña introducción de tipo biológico para contextualizar la "fábrica de emociones" en nuestro cerebro. El cerebro humano se compone de un cerebro reptil central, un cerebro mamífero o emocional inferior, y un cerebro humano o neocórtex superior.

Cada uno de los tres cerebros o regiones cerebrales se conectan con los demás a través de una red de nervios, a la vez que ejerce sus propias funciones específicas. En ocasiones los tres cerebros operan juntos de forma coordinada y potencian lo mejor del ser humano; efectivamente, cuando se da esta situación es la ideal.

El cerebro reptil es la parte que los humanos compartimos con los demás vertebrados. Este cerebro es el más antiguo. Activa comportamientos instintivos relacionados con la supervivencia y controla funciones corporales esenciales para la vida, como el hambre, la digestión, la respiración, la circulación sanguínea, la temperatura corporal, el movimiento, los instintos territoriales, el instinto de huida o lucha, entre otros.

El cerebro mamífero, cerebro emocional inferior o sistema límbico tiene la misma estructura que en las demás especies de animales mamíferos. Desencadena emociones fuertes, y aquí nace el comportamiento social. Por tanto, esa parte del cerebro activará, por ejemplo, la ira, el miedo, la angustia de la separación, el cuidado de la crianza, las relaciones sociales, el juego...En el sistema límbico se encuentra la amígdala, que tiene como función principal el procesamiento y el almacenamiento de reacciones emocionales.

El cerebro superior racional o neocórtex equivale al 85% de la masa cerebral total y envuelve a las otras dos partes. Sus funciones y capacidades incluyen la creatividad y la imaginación, la capacidad de resolver problemas, el razonamiento y la reflexión, la conciencia de uno mismo, la bondad, la empatía, y la compasión.
El hombre ha logrado grandes avances tecnológicos, filosóficos, artísticos y sociales gracias a este cerebro.
Sin embargo, debe estar en conexión con los sistemas de emotividad social para no convertirse en un órgano meramente mecánico.


LAS EMOCIONES: EL MOTOR QUE NOS MUEVE!

La palabra "emoción" procede del vocablo latín movere, que quiere decir "mover". Por tanto, podemos imaginar la emoción como un motor interno que nos lleva a la acción. Todas las emociones tienen una respuesta fisiológica en el cuerpo y nos predisponen a una acción. Una emoción que no está gestionada aparecerá como una reacción a un estímulo y llevará a la persona a una acción determinada. Es decir, podemos imaginar que, cuando se activan, las emociones tienen vida propia, y es entonces cuando "nos poseen", para hacernos reaccionar según su naturaleza. Si nosotros no nos damos cuenta de ellas, ni tampoco nos damos cuenta de cuándo nos poseen, damos luz verde a todas la acciones que ellas proponen, aunque luego nos arrepintamos.


No todas las emociones tienen las mismas respuestas fisiológicas, ni todas las emociones llevan a las mismas acciones; lo que sí es cierto es que todas las emociones conviven en nuestro interior y que todas ellas tienen como destino una reacción física en respuesta a un estímulo que puede ser externo pero también interno. ¿Cuántas veces nos enfadamos con nosotros mismos?
Para que las emociones no nos posean, debemos aprender a identificarlas, o, lo que sería lo mismo, a no identificarnos con ellas. Después ya aprenderemos a gestionarlas educándonos emocionalmente, que es el primer paso para desarrollar la inteligencia del corazón.

Dado que las emociones se sitúan en el cuerpo, aprender a identificarlas pasará por observar la respuesta fisiológica que cada una de ellas tiene en nosotros. Es decir, indagaremos lo que producen en nuestro cuerpo cuando las sintamos. A modo de ejemplo, detallaremos algunos de estos cambios que se producen al sentirlas y veremos a qué acción nos suelen conducir con su energía cuando nos poseen.

Rabia

Cuando sentimos rabia, la sangre fluye a las manos, el ritmo cardíaco se acelera y hay un aumento de hormonas (adrenalina), que generan calor y energía. Estos cambios fisiológicos nos preparan para el ataque; por eso la rabia, si nos posee, nos llevará tendencialmente a las peleas. 

Miedo

Con el miedo la sangre va a los músculos grandes, como los de las piernas, y deja de circular en el rostro, dejándolo pálido. La frecuencia cardíaca aumenta, aumentan también la conductividad de la piel y la sudoración.
El miedo puede también generar trastornos gástricos y sequedad en la boca. El cuerpo se congela y hay una secreción de hormonas que nos pone en alerta ante el peligro para poder dar una respuesta a tiempo. Ésta es una emoción que cuando nos posea nos conducirá, en función de la amenaza, a escapar o a quedar quietos.
Estas dos estrategias serían comparables a la de dos animales como la gacela y la cabra; la primera huye cuando tiene miedo y la segunda se queda inmóvil, esperando que le atrape el depredador. Los seres humanos combinamos ambas. 

Tristeza

Cuando la tristeza toca a nuestras puertas se produce una caída de energía y del entusiasmo por la vida. El metabolismo se hace más lento y se necesita aislamiento. Esta necesidad de soledad surge para crear el espacio para llorar la pérdida o la esperanza frustrada, también para comprender los efectos que tendrá ello en la vida y para planificar un nuevo comienzo. La tristeza así entendida viene relacionada con el duelo de perder a alguien o algo querido, por tanto nos será útil saberla vivir. La tristeza es necesaria en un proceso de duelo, y para cada persona tendrá una duración determinada.
Hay otras emociones como la desesperanza, la desilusión, el aburrimiento o incluso la frustración que tienden a confundirse con la tristeza.

Disgusto

El disgusto o asco cuando descubrimos un olor o un gusto repugnante nos produce una expresión facial que lleva el labio superior a tocarse hacia un lado y a fruncir la nariz. Estos cambios en la fisonomía tienen como consecuencia el bloqueo de las fosas nasales para evitar el mal olor o para escupir un alimento con mal sabor. De nuevo, vemos cómo esta emoción tiene también una función práctica para nuestro bienestar; sin embargo, si estamos en una cena de gala y algún alimento no nos gusta, probablemente encontremos alguna otra estrategia más fina que escupirlo, y eso será porque el asco no nos ha poseído por completo.

Sorpresa

Al sentir sorpresa, las cejas se levantan y se dilatan las pupilas, permitiendo que llegue más luz a la retina y se amplíe el alcance visual. Este cambio facial puede también ir acompañado de un descenso de la mandíbula inferior, dejando la boca abierta. Además, hay un incremento de sensibilidad para los órganos sensoriales. Estos cambios permiten que llegue más información sobre lo que está ocurriendo y facilita tomar decisiones más rápidas. La sorpresa es una emoción que dura muy poco, y nos dispone a abrirnos a lo que suceda.

Alegría

La alegría nos produce una disminución de la frecuencia cardíaca, se inhiben los sentimientos negativos y se favorece el aumento de energía disponible. Se activa el músculo zigomático que eleva la comisura de los labios, y pueden aparecer la risa o la sonrisa. Cuando esta emoción nos posee genera tranquilidad en el cuerpo y relajación, que se traduce en buena predisposición y entusiasmo para próximas labores, lo que nos facilitará la consecución de nuevos objetivos.

Amor

Cuando sentimos que amamos, se despiertan los mecanismos parasimpáticos del cuerpo, y esto es justamente lo contrario que ocurre cuando sentimos rabia. Se da una respuesta de relajación que genera un estado general de calma y satisfacción que facilita la cooperación.


LAS EMOCIONES NO SON NI BUENAS NI MALAS

Todos los hombres y mujeres tenemos emociones, forma parte de nuestra condición humana y, lo que es más importante, las emociones que sentimos no son ni buenas ni malas: sólo son emociones.
A lo sumo podemos decir que hay emociones que nos sientan mejor y otras peor.

Todas las emociones nos predisponen a la acción, son el motor, la motivación de nuestro actuar. Por tanto, necesitamos a las emociones, ya que todas ellas, de alguna forma, velan para que estemos bien. Si nos fijamos, todas tienen en última instancia la función de protegernos, ayudarnos o cuidarnos. La rabia nos defiende, el miedo nos protege, la tristeza nos recompone...Sin embargo, no todas nos generan el mismo nivel de bienestar, ni todas tienen una justificación que se adecua a la realidad objetiva.

Tenemos la tendencia generalizada a clasificar todo en bueno o malo, y lo mismo hacemos con las emociones. Según nuestra educación, hay algunas que consideramos buenas y otras malas. Todos queremos ser buenos, así que no nos permitimos sentir las emociones que creemos o que nos han eseñado que son malas, y eso es lo que se llama "represión emocional". Todo aquello que creemos nos convierte en una mala persona es muy probable que lo metamos dentro de un armario interior con la esperanza de que se lo coman las polillas y nadie nunca nos pueda acusar de haberlo sentido. Sin embargo, y ésta es la cruda realidad, las polillas no comen emociones, sólo alimentos, ropa y papel. Así que todas las emociones que reprimimos, es decir, que no nos permitimos sentir y que metemos en el armario, se quedan bloqueando energía en nuestros músculos u otros órganos vitales.
A modo de ejemplo, diremos que el hígado se relaciona con la rabia, los pulmones con la tristeza, el bazo con la preocupación/obsesión, el riñón con el miedo y el corazón con el amor.

Existe miedo a sentir determinadas emociones que a priori se niegan. Cuesta mucho admitir que en nuestro interior se pueda despertar el odio, la envidia, o los celos, o la venganza, o también el amor por alguien inapropiado. Y es que como no nos han educado en gestión emocional, tenemos la creencia (corroborada por supuesto por nuestra experiencia) de que permitirse sentir una emoción significa dejarse poseer por ella y convertirla en acción. Y no hay nada más lejano de la realidad. Permitirse sentir todas las emociones no quiere decir en ningún caso permitir que todas ellas hagan lo que están programadas para hacer, en absoluto. Sentir una emoción no quiere decir hacer algo con ella, sino sólo sentirla, aceptarla.


En la próxima entrada al blog continuaremos con este aprendizaje de gestión de las emociones.

Abrazo de corazón a corazón!!


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