domingo, 1 de diciembre de 2019

DETECTAR Y SANAR LOS CONFLICTOS NO RESUELTOS ( I )



Para Patrick Obissier la enfermedad es una solución biológica y simbólica del organismo que tiene un propósito, pues se trata de un programa de supervivencia para suprimir el estrés fruto de los conflictos que afectan a todo ser vivo. La descodificación biológica parte de esa premisa: la enfermedad es una respuesta física determinada frente a una situación estresante, a un conflicto no resuelto que se ha vivido en soledad. Todo conflicto da lugar a una gran alteración emocional que no tiene salida posible, o al menos la persona afectada no la ve. Es como si dicha persona hubiera vivido un instante de desconexión, un aletargamiento emocional que ha quedado anclado en su interior; y es entonces cuando cuando esta forma de terapia puede ayudar al individuo a descubrir el conflicto, a tratarlo, mediante la descodificación de la enfermedad. Una vez descubiertas las soluciones que crean armonía en nuestro cuerpo y nuestra vida, el organismo ya no tendrá que generar ninguna dolencia para restablecer el equilibrio perdido, y dicha dolencia dejará de formar parte del legado que dejemos a nuestros descendientes. 

INTENTAR ELOGIAR LAS ENFERMEDADES Y EL DESTINO

ELOGIAR las enfermedades y el propio destino puede parecer una tarea inconcebible. ¿Cómo vamos a glorificar la enfermedad dolorosa, que hace sufrir e incapacita? ¿Por qué íbamos a glorificar un destino que lleva a la gente por caminos que jamás hubieran querido empezar? El elogio de una cosa no puede hacerse sino con una demostración de su utilidad.
En nuestra cultura, la enfermedad se percibe como el resultado de una aberración orgánica, de un extravío inexplicable y, por lo tanto, no es apreciada ni bienvenida. Su existencia prueba que Dios no existe, para los ateos. A nadie le gusta la enfermedad, es más, todo el mundo la destesta.
En nuestro imaginario colectivo, la enfermedad es una entidad, un monstruo malvado que ataca aleatoriamente, sin razón aparente. Los científicos combatieron la enfermedad virilmente, de forma agresiva, sin pensar que pudiera ser domesticada. Durante un siglo la fascinación ante las nuevas posibilidades de la tecnología, los investigadores, de manera esencialmente masculina, aguijoneados por la necesidad de encontrar soluciones expeditivas y tangibles, no tuvieron en cuenta la mente humana, como si todo lo que el ser humano siente y cree no tuviera la menor importancia en la visión científica de la enfermedad, como si esos factores pertenecieran a otro universo "femenino". Sin embargo, las dos partes del ser, la femenina y la masculina, forman el universo futuro en cada instante.
Plaga entre las plagas, el cáncer es, aún hoy, para la medicina y para la mayoría de la gente, un proceso anárquico sin sentido que responde a causas diversas y siempre misteriosas. En un clima peranoico de desconfianza en sus propias células, la gente monta todo tipo de eventos públicos, al amparo de alguna liga (liga contra el cáncer, liga contra el sida, etc) para recaudar fondos que permitan luchar contra virus oncógenos, supuestas células anárquicas e imperialistas o genes culpables.
Pero el ser humano tiene hambre de realidad y muchos son los combatientes que dudan de la utilidad de sus agresivas armas. Algunos investigadores hambrientos se realidad tuvieron la audacia, en Alemania (Groddeck, Adler, Schweninger, Hamer; etc), en Francia (Stern, Fréchet, Moirot, etc), en Estados Unidos (Simonton, eyc), de contemplar la enfermedad desde otro prisma, buscando lo que la desencadenaba en lo que no es material, en la memoria de la angustia, acercándose tanto a la mente como a la genética. Lo que descubrieron y las curaciones obtenidas revolucionaron el arte terapéutico y la civilización entera.
Entre el descubrimiento de los microbios y los años 80', no hubo nada verdaderamente revolucionario en la cultura médica. Los microbios eran considerados responsables de las enfermedades y el campo de acción de los investigadores en la génesis de las enfermedades era, de este modo, muy reducido. Creyendo que la investigación científica iría inventando pociones mágicas contra la enfermedad, el hombre "pasteurizado" (hombre cuya curiosidad natural se ha visto eliminada por la convicción de que los microbios son los enemigos número uno dejó de preguntarse ¿para qué sirve la enfermedad?
Si fuera algo inútil no existiría, porque todo lo que es inútil cacba desapareciendo; es una ley natural indiscutible. La enfermedad es útil. Pero no porque lleve a la gente a la muerte y contribuya a limitar la sobrepoblación. ¡No! Se trata de otra cosa, de algo que la gente no había percibido nunca hasta la fecha. Las relaciones que los seres humanos han mantenido con la enfermedad, en el último milenio, han sido realmente desastrosas. Es normal porque la enfermedad es un proceso arcaico que la gente analiza con sus cerebros modernos, naturalmente orientados hacia el futuro y la materia tangible, un cerebro capaz de cegar, de alejarse de la realidad y del pasado. Este antagonismo natural entre arcaísmo y modernidad tenía que llevar al conflicto. ¡Qué difícil es comprender un cerebro antiguo cuando se dispone de un cerebro moderno! Inventándose la "evolución", se inventó también lo que llamamos enfermedad y curación. No sabíamos que las dolencias y la programación de nuestras vidas (nuestro destino) tienen un sentido, una intención positiva para la supervivencia de nuestro linaje.

No se desarrollan las mismas enfermedades en un rincón u otro del planeta, en un siglo o en otro. La corrupción, la colonización, las dictaduras fanáticas, la explosión demográfica, destruyen la delicada relación entre el hombre y la naturaleza, corroyendo las tradiciones y los ritos que permitían a la gente mantener una buena salud general. En Francia se vanaglorian de vivir más años que hace un par de siglos, lo cual es cierto, pero siempre con muletas medicamentosas. La vida resulta infeliz cuando las necesidades esenciales (de seguridad, de contacto, de espacio, de amor, la pulsión sexual, etc) no se ven satisfechas y cuando las reglas sociales alejan excesivamente a los humanos del resto de las especies vivas. Porque los otros reinos, el animal y el vegetal, suavizan la suerte de los hombres; la fruta y la verdura, por ejemplo, atenúan el desamparo emocional.

La salud es una noción relativa. Para la OMS, "la salud es un estado de bienestar completo, psíquico, físico y social, y no consiste solamente en una ausencia de enfermedad". Preocupado por todo lo relacionado a la tecnología, el ser humano le da la espalda a la espiritualidad de la naturaleza, pierde el sentido de su propia existencia, ya no saborea la magia inmanente. Muchos son los seres que encuentran dificultades para respirar una bocanada de aire puro en su vida diaria, con sus perfumes naturales y el canto de los pájaros en un mundo donde las especies llamadas inferiores, los árboles, los peces, etc sólo sirven para logros de multinacionales ectópicas que tienen la billetera donde debería haber un corazón. El hombre aún está "a medio cocer".

Antes de presentar en qué son útiles las enfermedades, por qué es preferible domarlas antes que combatirlas, será bueno explicar aquí que la muerte prematura, luego de una enfermedad, no es culpa de la enfermedad en sí misma, sino de la incomprensión del fenómeno por parte del enfermo, de du entorno y de sus cuidadores. Aquí no vamos a hablar de nuevos remedios anhelados por el ser humano, sino de una nueva costumbre: la de tomar conciencia. El hombre está hecho de manera que, si comprenden los fenómenos y traumas que le acontecen, puede reaccionar y tomar el control, aceptándolos. En el momento que encuentra sentido a lo que sea que le haya causado un trauma, mejora. Bosqueja todas las hipótesis que se le ocurren sobre su enfermedad. Puede que piense que espíritus malignos se han apoderado de él, puede que piense que su enfermedad es un castigo (el fumador es castigado por fumar, por ejemplo) cuando consigue relacionar un acontecimiento con episodios anteriores. En una época u otra, culpaba a los miasmas, a los microbios o al entorno insano. Pero otorgarle un sentido a la enfermedad no es lo mismo que buscar SU propio sentido, su sentido auténtico, el que la legitima biológicamente. La enfermedad no es insensata, tiene sentido, es el lenguaje de lo que está oculto, puede desaparecer si se comprende su sentido y su lenguaje. No hay razón para combatir violentamente los síntomas (que, por otra parte, sólo son la parte visible del iceberg) para recuperar la salud.

A mí, ahora, las enfermedades me parecen más manifestaciones de solidez, de vitalidad del organismo. Además su capacidad para desaparecer es innata, programada genéticamente, dependiente de un sim- pie estimulación. Un hueso fracturado y soldado, como está recalcificado, es más sólido que antes de la fractura. La piel de las manos de un trabajador espesa y se endurece a fuerza de sufrir agresiones. ¿Porqué un nódulo tiroideo, que aumenta los niveles de hormonas tiroideas en el organismo, iba a crecer sin razón alguna? ¿No podría ser que el individuo necesitara niveles anormalmente elevados de esta hormona? ¿Una necesidad excepcional y encubierta justificaría el crecimiento del nódulo? ¿Es necesaria una comprensión simbólica?
Hace más de dos mil años, los sabios y los iniciados sabían que las enfermedades podían doblegarse, que el ser humano tiene interés en encontrar el sentido de cada acontecimiento que se le presenta para no ser víctima de las circunstancias. Las enfermedades sólo deben domarse, es perjudicial domar la biblioteca cromosómicas con todas sus recetas, sus mapas, como ambiciona la industria genética, y pronto veremos por qué. ¿Por qué los genes no iban a ser razonables?

Es evidente para algunos investigadores psicosomáticos, que:

  • Todas las enfermedades tienen como punto de partida una angustia que causa un conflicto biológico...
  • Todas las enfermedades se inician tras una orden emitida por el cerebro...
  • Los genes tienen grabadas memorias de antiguas adaptaciones a antiguos conflictos, todas las dolencias son genéticas, por lo tanto, y epigenéticas...
No haría nunca un elogio de la enfermedad si creyera, como se ha creído durante largo tiempo, que es sólo un fenómeno destinado a eliminar individuos débiles para favorecer lo bueno y mejor de la especie. En la actualidad, numerosas dolencias orgánicas y algunas mentales han revelado su sentido y se han vuelto perfectamente curables.
La ignorancia sobre la existencia de un proceso arcaico que administra la enfermedad, de la A a la Z, la urgencia en la que están instalados los terapéutas, han llevado a los investigadores por caminos incorrectos y pedregosos. El descubrimiento de los antibióticos y los "milagros" que producían, junto con el efecto tranquilizante y la fe que procura todo remedio eficaz, llevaron a un crecimiento considerable del negocio de los antibióticos. La eficacia de algunos remedios, afortunadamente administrados con sensatez, hizo que se tuvieran en cuenta a nivel exclusivamente molecular para salvar a los que sufren. Y ese espíritu cortó de raíz la posibilidad de contemplar otros horizontes y otras posibilidades. En nuestra era científica donde todo es analizado, donde lo tenemos que saber todo o casi todo, cuando las enfermedades resisten a la mano del hombre, se revisten de una fuerza terrorífica, de una intención maligna que da pavor...
Pero desde hace más de veinte años, hombres y mujeres, en seminarios, con libros, en las consultas, aprenden lo que son las enfermedades y su relación con el destino, abandonando los miedos irracionales y curándose o mejorando gracias a que disponen de mejores caminos en sus vidas. Descubriremos que el ser humano, contrariamente a lo que opinan algunos investigadores, no es una metedura de pata de la naturaleza sino de lo mejorcito de su propia evolución, aunque su forma de ver la vida esté afectada por un astigmatismo recurrente...

El destino, encadenamiento necesario y desconocido de acontecimientos, aparece como un fenómeno completamente lógico. El que tiene un ordenador no lo quiere sin programas porque entonces no puede usarlo. Lo mismo pasa con los seres vivos. Cada ser vivo recibe, junto con el sofware que define su morfología y su fisiología, un "sofware de enfermedades y destino". Cada individuo tiene necesidades esenciales que debe colmar: amor, alegría, salud, dinero, sexualidad, contacto, territorio, seguridad, etc. Sin embargo, su destino hará que algunas de sus necesidades no se vean colmadas, como si su árbol genealógico le impidiera hacerlo. El destino cuenta con una lógica natural que escapa, de ordinario, a nuestro entendimiento. Los recuerdos de momentos difíciles de la vida de los ancestros se transmiten a las siguientes generaciones y, dicha transmisión, constituye la programación transgeneracional, la cual opera en todas las especies: gracias a ella, los niños "aprovechan" la experiencia de sus mayores. Es el truco que la naturaleza ha previsto para que la prole pueda vivir en un mundo en el que lo que le pasó a alguno de los ancestros pueda volverse a reproducir.
Sería antinatural albergar sentimientos de rencor contra los pobres ancestros o, al contrario, de culpabilidad hacia la descendencia. Todo lo programado puede desprogramarse. Cada generación hace lo que puede y no debe considerarse culpable. Si tomamos conciencia de ello, podremos mimar a nuestros antepasados, reparar sus sufrimientos, aunque sea a posteriori. Nuestro camino es también su camino. Para evolucionar, el individuo tiene la posibilidad de remontar su problema en el tiempo, hasta la idéntica vivencia de sus padres o sus abuelos, como el salmón adulto que deja las aguas saladas para remontar un río, acercándose a una posición precisa en el universo, volviendo al lugar de su concepción, justo donde nació, donde también nacieron sus padres. Recuperando el ambiente de su nacimiento, el marco, los colores, el olor de su propia concepción, el hombre que evoluciona ve, por fin, los hilos que lo manipulan, sabe por dónde tiene que cortar y a qué debe desobedecer.

Puede que el universo espere que el ser humano a`prenda a vivir con su cerebro -y no a pesar de su cerebro-, reuniendo su parte femenina y masculina, lo consciente con lo inconsciente. El mundo en el estado actual, es casi perfecto. Voy a intentar demostrar esto, consciente del inevitable impacto de mi personalidad y de la historia de mi linaje sobre la incorregible ligereza de las letras, símbolos que aceptan tan dócilmente unirse a grupos significantes, demasiado resonantes, las palabras y las frases...

Espero que sigamos juntos este viaje. Ésta es la primera parte introductoria, la próxima entrada será la segunda parte introductoria a éste estudio tan fascinante! Descodificación biológica y destino familiar. Basado en las investigaciones de Patrick Obissier y Hamer.
Espero te integres a esta temática y continuemos junt@s en este viaje de auto-curación.
Comparte con tu familia, amig@s, compañer@s, conocid@s...Así cada vez seremos más los que viajemos hacia la curación del alma.
Abrazo grande para tod@s! Hasta la Próxima! De corazón a corazóN!!




No hay comentarios.:

Publicar un comentario

¡Coméntame qué te ha parecido!