Vivir en pareja es una forma de vivir desde la conciencia del presente, porque a través de la relación aparecen continuamente los dos extremos, el amor y el odio. Es una manera de poder estar conscientes en la polaridad de nuestros extremos y cuando un@ está presente e instalad@ en la presencia del aquí y ahora, permite vernos en totalidad, si no se está presente todas la relaciones, y en especial las relaciones de pareja, acabarán atravesando momentos difíciles y/o siendo disfuncionales. Puede que parezcan perfectas y gratificantes durante un tiempo, mientras estás "enamorad@", pero esta perfección se altera invariablemente a medida que van produciéndose discusiones, conflictos, insatisfacciones y violencia emocional e incluso física..., momentos de tensión que suceden con creciente frecuencia y que pueden llegar a desestabilizar.
Parece que la mayoría de las "relaciones amorosas" pasan a convertirse en un tiempo breve en relaciones amor-odio. Esto permite poner conciencia y crecer, porque un@ hace de espejo para el/la otr@. Entonces, a veces, el amor puede dar paso en un abrir y cerrar de ojos a una agresividad y a sentimientos de hostilidad o a la total ausencia de afecto.
El verdadero amor no tiene opuesto. Si tu "amor" tiene un opuesto, entonces no es amor, sino la intensa necesidad del ego de una identidad más completa y profunda, necesidad que la otra persona cubre temporalmente. Este es el sustituto de la salvación que propone el ego, y durante un breve episodio parece una verdadera salvación.
Llega un momento que tu pareja deja de actuar de la manera que satisface tus demandas, o más bien las de tu ego. Los sentimientos de miedo, dolor y carencia, que son parte intrínseca del ego pero habían quedado tapados por la "relación amorosa", vuelven a salir a la superficie.
Por eso, cuando los sentimientos dolorosos reaparecen, los sientes con más intensidad que antes y, lo que es peor,ahora percibes que quien los causa es tu compañer@. Esto significa que los proyectas fuera de ti y atacas al otro con toda la violencia de tu dolor. Esto es importante porque aveces reaccionamos de manera inconsciente, simplemente por nuestra vivencia interna de dolor o por no sentirnos reconocid@s.
Por eso hay tanto dolor e infelicidad en las relaciones íntimas en cuanto pasa la primera euforia. Las relaciones mismas no son las causas del dolor y de infelicidad, sino que sacan a la superficie el dolor y la infelicidad que ya están en ti. Todas las adicciones lo hacen. Llega un momento en que la adicción deja de funcionar y sientes el dolor con más intensidad que nunca.
Tanto si vives en pareja como si vives sol@ la clave es estar presente e intensificar progresivamente tu presencia mediante la atención "aquí y ahora".
El trabajo es crear un espectador en ti mismo, encontrar la quietud que está debajo del ruido mental, el amor y la alegría que se encuentran debajo del dolor, eso es libertad, salvación, iluminación...
Soltar y desidentificarse del pensamiento es llevar la presencia al dolor y así transmutarlo. Desidentificarse del pensamiento es poder ser el observador silencioso de tus pensamientos y de tu conducta, especialmente de los patrones repetitivos de tu mente y de los roles que representa tu ego.
Osho hace la siguiente observación: si dejas de investirla de "yoidad", la mente pierde su cualidad compulsiva, formada básicamente por la constante tendencia a juzgar y a resistirse a lo que es, creando así conflicto, drama y más dolor. De hecho en el momento que dejas de juzgar y aceptas lo que es, eres libre de la mente. Has creado espacio para el amor, para la alegría, para la paz.
Lo primero sería dejar de juzgarte a ti mism@ y después dejar de juzgar a tu pareja.
El mayor catalizador del cambio en las relaciones es la aceptación total de tu pareja tal como es, dejando completamente de juzgarla y de intentar cambiarla.
Esto te lleva más allá del ego. A partir de entonces todos los juegos mentales y el apego adictivo se acaban. Ya no hay víctimas ni verdugos, ni acusadores ni acusados.
La aceptación total también supone el final de la codependencia; ya no te dejas arrastrar por el patrón inconsciente de otra persona, favoreciendo de ese modo su continuidad. Entonces, o bien se separan (con amor) o bien entran juntos más profundamente en el ahora, en el Ser. ¿Es así de simple? Si, es así de simple.
El amor es un estado de Ser. Tu amor no está fuera, está en lo profundo de ti. Nunca puedes perderlo, no puede dejarte. No depende de otra persona, de otra forma externa.
Para mi es cuestión de asumir "tu" propia responsabilidad. En la vivencia de "tu" propio presente puedes sentir "tu" propia realidad, aunque aveces sea dolorosa, pero esa es "tu" verdad. Entonces puedes sentir la misma vida en lo profundo de "ti" y en resonancia con los demás seres humanos y de las demás criaturas. Miras más allá del velo de la forma y la separación. Esto es alcanzar la unidad. Esto es amor.
Aunque es posible tener breves atisbos, el amor no puede florecer a menos que estés permanentemente libre de la identificación mental y que tu presencia "aquí y ahora" sea lo bastante intensa como para haber disuelto el pensamiento y el dolor, o hasta que puedas, al menos, mantenerte presente como observador. De ese modo la identificación no podrá arrebatarte el control y destruir el amor, si no todo lo contrario permitirá que el amor florezca día a día.
Cuando las ocasiones pasan, llega el vacío en el que podemos crear nuevas realidades y la vida se puede renovar, así tiene sentido vivir.
Nada tiene reemplazo, cada quien es único, nuestros padres son nuestros padres y todo aquello de donde venimos tiene su carga y su impronta, pero es un viaje continuo de aprendizaje hacia la maduración y la libertad.
"La vida es más un proceso de soltar que un esfuerzo de llegar a ser"
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