viernes, 11 de septiembre de 2015

Autoestima

“¡Hoy no subestimes el impacto de tu presencia porque para alguien un encuentro contigo puede ser lo mejor de su día!”

La autoestima podemos definirla como la valoración que hacemos de nosotros mismos a partir de las experiencias y sensaciones que hemos experimentado a lo largo de la vida. De ella dependen en gran medida las expectativas que tenemos sobre nosotros mismos y el autoconcepto, ese aspecto fundamental para triunfar en aquello que nos proponemos.


El desarrollo de la autoestima

Nadie nace con un nivel de autoestima determinado. La autoestima se va desarrollando a lo largo de nuestra existencia. Para ello intervienen diversos factores que se podrían clasificar en dos grandes grupos:

  1. Factores ambientales o experienciables (el contexto)Los acontecimientos, anécdotas, circunstancias, etc. Que vivimos a lo largo de nuestras vidas son algunos de los componentes principales que influyen de manera determinante en nuestro nivel de autoestima, haciendo que esta sea alta o baja. Dentro de este grupo se incluye también nuestra forma de resolver los problemas y el resultado de la misma, que nos hará sentirnos personas más o menos competentes ante la adversidad. También dentro de este grupo de factores destacan las personas que nos rodean. La gente que forma parte de nuestra vida, su manera de tratarnos, los mensajes que nos dan… pueden hacer que aprendamos a vernos de una forma determinada. Ejemplo de ello es cuando muchas veces nos damos cuenta de estar repitiéndonos los mismos mensajes que nos daban nuestros padres o profesores o que nos dan en la actualidad nuestros amigos o nuestra pareja. Muchas veces ellos son la voz interior de nuestra autoestima.
  2. Factores cognitivos (nuestra mente)Tan importante es lo que nos pasa en la vida como la interpretación que le damos a lo ocurrido. En este sentido, la explicación que les damos a nuestros éxitos o fracasos influirá de forma muy importante en nuestra autoestima. Todo ello tiene que ver con el terreno de las atribuciones. Por ejemplo no es lo mismo creer que hemos aprobado un examen por suerte, que creer que lo hemos conseguido gracias a nuestro esfuerzo. Al mismo tiempo, la forma de ver el mundo influirá enormemente en cómo nos sintamos y dicho sentimiento afectará a su vez a nuestros niveles de autoestima. Por ejemplo, hay personas que ante un mismo error ya consideran que todo lo hacen mal dejando su autoestima en niveles muy bajos.
Estos elementos dan lugar por lo tanto a nuestra autoestima, la cual se compone a su vez de diferentes partes, que no tienen por qué estar relacionadas entre sí, y que tienen que ver con “lo que es una persona”: la autoestima intelectual, física, social, familiar, profesional, etc. Estos componentes tienen que ver con cómo nos vemos en distintos ámbitos de nuestra vida.


¿Por qué tengo una baja autoestima?

Existen varios factores que pueden hacernos tener una baja autoestima. Detectarlos es el primer paso para que nos afecten lo menos posible. Algunos de estos factores son:
  • La gente que nos quiere mal: es verdad que “no hay que vivir” con la opinión de los demás, pero lo cierto es que a todos nos gusta sentirnos queridos y halagados. Sin embargo hay personas que se rodean de verdaderos ladrones de autoestima que constantemente están haciéndoles reproches, desvalorizaciones y críticas destructivas.
  • Tendencia a las comparaciones: hay personas que no dejan de compararse con otras envidiando lo que son estas y no pensando qué pueden hacer de forma constructiva para parecerse a ellas. Este hecho hace que su autoestima baje de una forma considerable generando unos importantes niveles de frustración.
  • Evitar los retos: es preferible intentarlo y fracasar que no intentarlo. Algunas personas evitan todo tipo de circunstancias en las que no tienen “todas las de ganar”. Este hecho hace que su autoconfianza no se desarrolle además de hacerles creer que siempre necesitan al lado alguien más fuerte que ellos para superar las dificultades.
  • Las críticas destructivas: estar rodeados de gente que no nos ayuda a crecer hace que nos sintamos mal y nuestra autoestima empeore. Es importante rechazar y no atender a las críticas destructivas (aquellas que no nos aportan, sino que solo nos hacen sentir mal), y sí atender a las críticas constructivas (aquellas que, por poco que nos gusten, me dicen qué he hecho supuestamente mal ayudándome a mejorar). Ten claro que tú puedes enseñar a la gente a tratarte de una forma determinada.


Características de una persona con baja autoestima

Las personas con baja autoestima tienden a manifestar una serie de comportamientos en los que queda reflejada la baja valoración de sí mismos. Aunque, al igual que muchos campos de la psicología aquí no podemos generalizar, lo cierto es que algunos comportamientos como los que siguen son muy frecuentes en personas con baja autoestima:
  • Las personas con baja autoestima tienden a estar buscando opiniones constantemente de los demás mostrando una falta de confianza en la toma de decisiones personales.
  • Necesidad de contar con alguien que ellos consideran más fuerte para afrontar dificultades de su vida, lo que aumenta el riesgo de dependencia de tales personas.
  • Tienen miedo de enfrentarse a nuevos retos (por ejemplo, nuevos trabajos, dejar a una pareja con la que no están bien…) desconfiando de la capacidad que tienen para abordarlos a pesar de que, incluso, la experiencia les diga lo contrario.
  • Aquellos a los que la baja autoestima afecta más a su físico tenderán a ocultar su cuerpo (no ir a la piscina, usar ropa holgada, etc.) y a vestir de la forma más discreta posible.
Evidentemente todos estos patrones de comportamiento inadecuado interfieren de forma importante en su vida afectando a su estado de ánimo, trabajo y relaciones sociales, entre otros aspectos.


Programa para mejorar la autoestima

Aquí te ayudaré a cambiar la manera en que te juzgas y te diriges a ti mismo, ya que normalmente, las personas con baja autoestima son muy críticas consigo mismas.
Por definición, la autocrítica es la acción de criticarse a sí mismo. Esto, en esencia, no parece algo negativo. Ser capaz de observarse y valorarse a uno mismo puede servir para no cometer los mismos errores e ir mejorando a lo largo de la vida. Sin embargo, para la mayoría de las personas, sobre todo las que padecen de baja autoestima, la autocrítica no es eso.
Las personas autocríticas se juzgan continuamente, utilizando para esos juicios unos criterios mucho más estrictos y rígidos que los que utilizan para juzgar a los demás ¿Has pensado alguna vez que estabas siendo demasiado duro contigo mismo? ¿Te has parado a pensar que comprenderías y perdonarías a los demás muchos errores que no eres capaz de perdonarte a ti mismo?
Para que puedas saber si la autocrítica es un problema para tu autoestima piensa si habitualmente te dices cosas como que no eres demasiado bueno, que no haces las cosas tan bien como esperabas, que no consigues los logros que te habías planteado. Reflexiona y pregúntate si te atacas a menudo con estos comentarios, si nunca estás satisfecho con la persona que eres, con las cosas que tienes, con los triunfos que has conseguido…
Si has contestado afirmativamente a algunas de estas preguntas, entonces la autocrítica es un problema presente en tu vida. Esas críticas no te sirven para mejorar, ya que, si la crítica es continua y demasiado dura, en lugar de motivar desmoraliza y paraliza. Además, estas críticas están causando un daño incalculable a tu autoestima y a tu bienestar emocional. Entre los daños que esa autocrítica puede estar produciéndote podemos citar la falta de seguridad en ti mismo, el miedo al rechazo de los demás o a no merecer su respeto o su afecto, el sentimiento de frustración de no poder ser como crees que debes ser o por no conseguir los logros que necesitas conseguir para considerarte “lo bastante bueno”.
Tú mismo puedes cambiar y mejorar tu propia autoestima. En el siguiente esquema, puedes encontrar unas cuantas claves a tener en cuenta para conseguirlo:

Convierte lo negativo en positivo
Nunca pierdas las ganas de pensar en positivo, invierte todo lo que parezca mal o que no tiene solución.
Pensamientos negativos:
“No hables”
“¡No puedo hacer nada!”
“No esperes demasiado”
“No soy suficientemente bueno”
Pensamientos positivos:
“Tengo cosas importantes que decir”
“Tengo éxito cuando me lo propongo”
“Haré realidad mis sueños”
“¡Soy bueno!”
No generalizar
No generalizar a partir de las experiencias negativas que podamos tener en ciertos ámbitos de nuestras vidas. Debemos aceptar que podemos haber tenido fallos en ciertos aspectos, pero esto no quiere decir que, en general, ni en todos los aspectos de nuestra vida seamos “desastrosos”.
Centrarnos en lo positivo
En conexión con lo anterior, debemos acostumbrarnos a observar las características buenas que tenemos. Todos tenemos algo bueno de lo cual podemos sentirnos orgullosos, debemos apreciarlo y tenerlo en cuenta cuando nos evaluemos a nosotros mismos.
Hacernos conscientes de los logros o éxitos
Una forma de mejorar nuestra imagen relacionada con este “observar lo bueno” consiste en hacernos conscientes de los logros o éxitos que tuvimos en el pasado e intentar tener nuevos éxitos en el futuro.
No comparase
Todas las personas somos diferentes, todos tenemos cualidades positivas y negativas. Aunque nos veamos “peores” que otros en algunas cuestiones, seguramente seremos “mejores” en otras, por tanto, no tiene sentido que nos comparemos ni que nos sintamos “inferiores” a otras personas.
Confiar en nosotros mismos
En nuestras capacidades y en nuestras opiniones. Actuar siempre de acuerdo a lo que pensamos y sentimos, sin preocuparse excesivamente por la aprobación de los demás.
Aceptarnos a nosotros mismos
Es fundamental que siempre nos aceptemos. Debemos aceptar que, con nuestras cualidades y defectos, somos, ante todo, personas importantes y valiosas.
Esforzarnos para mejorar
Una buena forma de mejorar la autoestima es tratar de superarnos en aquellos aspectos de nosotros mismos con los que no estemos satisfechos, cambiar esos aspectos que deseamos mejorar. Para ello es útil que identifiquemos qué es lo que nos gustaría cambiar de nosotros mismos o qué nos gustaría lograr. Luego debemos establecer metas a conseguir y esforzarnos por llevar a cabo esos cambios.


Lograr lo que deseamos y ver satisfechas nuestras necesidades proporciona emociones positivas e incrementa la autoestima.
Pasos para conseguir lo que deseamos:
  1. Plantearse una meta clara y concreta. La meta que nos propongamos ha de reunir una serie de requisitos. Una meta debe ser:
    • SINCERA: algo que realmente queramos hacer o deseemos alcanzar
    • PERSONAL: no algo que venga impuesto desde afuera
    • REALISTA: que veamos que es posible conseguir en un plazo relativamente corto de tiempo (unas cuantas semanas)
    • DIVISIBLE: que podamos determinar los pasos o cosas que hemos de hacer para conseguirla
    • MEDIBLE: que podamos comprobar lo que hemos logrado y lo que nos falta para alcanzarla
  2. Establecer las tareas que se deben realizar para lograrla. Una vez fijada la meta, piensa en lo que tendrías que hacer para conseguirla. Has de hacer pequeños esfuerzos cada día.
  3. Organizar las tareas en el orden en el que habría que realizarlas. Ordenar las tareas y establecer un plan de trabajo. El orden se puede establecer de forma lógica, según la secuencia temporal en las que se tengan que realizar o, en el caso que las tareas no necesiten una secuencia temporal, se puede empezar con las tareas más sencillas y que requieran menos esfuerzo, dejando para el final las más difíciles o costosas.
  4. Ponerlas en marcha y evaluar los logros que se vayan consiguiendo. Una vez elaborado el proyecto personal habría que comprometerse con él y ponerlo en práctica. Para llegar a conseguirlo es importante ir evaluando los esfuerzos realizados. Esto puede ser difícil hacerlo uno mismo, pero es relativamente sencillo si se pide a un familiar o a un amigo que nos ayude a evaluar nuestros progresos. Además puedes hacerlo con la ayuda de tu psicoterapeuta o de un coaching personal.
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