Control emocional
Por control
emocional no se entiende, en contra de lo que pudiese parecer el ahogar o
reprimir las emociones si no en regular, controlar o eventualmente modificar
estados anímicos y sentimientos, o su modificación inmediata, cuando estos son
inconvenientes en una situación dada.
Un aspecto
importante del autocontrol emocional lo constituye la habilidad de moderar la
propia reacción emocional ante una situación, ya sea esa reacción negativa o
positiva (por ejemplo no sería conveniente expresar excesiva alegría ante otras
personas que están pasando en ese momento por situaciones desagradables).
La
consciencia sobre las propias emociones es el primer paso para el control de
las propias emociones y algunas estrategias en las que se puede entrenar para
el control emocional son las técnicas de relajación física y mental: relajación
progresiva, la respiración profunda, el entrenamiento autógeno, la distensión
muscular...
Para el
control emocional es importante tener en cuenta el efecto de contagio de las
emociones.
Aprovechamiento productivo de las
emociones
Una mayor
responsabilidad respecto a las propias emociones o sentimientos puede reducir
las tendencias victimistas, aumentar la capacidad de concentración y atención,
ofrecer respuestas más oportunas, positivas, creativas, es decir menor
impulsividad.
Intentar
controlar los aspectos negativos de las propias emociones y utilizar los
positivos, serían nuestro objetivo y para ello se pueden utilizar técnicas que
incidan en el aumento de la responsabilidad personal, demoras en
gratificaciones (por ejemplo posponer recompensas inmediatas para el logro de
un objetivo), tolerancia a la frustración, control de los impulsos…
Empatía. El reconocimiento de las
emociones ajenas
La empatía se
define como la habilidad para estar consciente de reconocer y apreciar los
sentimientos de los demás. Se trata de uno de los elementos claves de la
inteligencia emocional, la cual pertenece al dominio interpersonal y es el
rasgo característico de las relaciones interpersonales exitosas.
Algunas de
las habilidades y aptitudes que condicionan la empatía son:
- Suspensión de juicio o propensión de pensar antes de actuar
- Interés / respeto / consideración hacia el otro
- Postura interactiva o disposición para entrar en contacto
- Tolerancia ante la ambigüedad
- Complejidad cognitiva o capacidad de gestionar costumbres sociales diferentes
- Capacidad para diferenciar estereotipos de individuos
- Relativización de las opiniones personales
Para
comprender los sentimientos de los demás es igualmente necesario reconocer y
expresar los propios sentimientos; y además nos proporciona un entrenamiento en
detectar estados de ánimo a través de la expresión corporal y facial.
Entrenamiento en la propia expresión corporal: utilización de la sonrisa,
postura recta, mirada al interlocutor…
Siguiendo las
teorías de Augusto Curry, en la educación emocional se destacan dos factores
directamente implicados en que ésta sea efectiva: el fenómeno RAM y el síndrome
SPA.
El
fenómeno RAM
|
El síndrome SPA
|
El
aprendizaje depende del registro diario de miles de estímulos externos
(visuales, auditivos, táctiles) e internos (pensamientos y reacciones
emocionales) en las matrices de la memoria. Anualmente archivamos millones de
experiencias, pero a diferencia de lo que ocurre con las computadoras, los
registros en nuestra memoria son involuntarios, producidos por el Registro
Automático de Memoria (RAM). Todas las imágenes que captamos se registran
automáticamente, todos los pensamientos y emociones –negativos y positivos-
son registrados involuntariamente. Lo que se registra nunca se puede borrar,
sólo reeditar a través de nuevas experiencias que se escriben sobre las
antiguas experiencias. Igualmente es importante destacar que las emociones
definen la calidad del registro: todas las experiencias que tienen un alto
volumen emocional generan un registro intenso.
|
Las
sociedades actuales, sobre todo los medios de comunicación y la industria del
ocio, generan una inmensa cantidad de estímulos sencillos que requieren un
mínimo de esfuerzo personal. A partir de la normalización de dichos estímulos
el umbral de satisfacción aumenta por lo que se necesitan cada vez más
impulsos para sentir un mínimo de satisfacción. Todo ello desemboca en un
Síndrome del Pensamiento Acelerado (SPA) y, en busca de algún estímulo
satisfactorio se ha de acceder a decenas de estímulos continuados. El
bombardeo de información que se recibe no alcanza a ser elaborado de una
manera consciente puesto que cuando se comienza a reflexionar sobre un
estímulo emocional ya se han recibido otros. Esta acomodación a una gran
cantidad de estímulos termina por crear dependencia, creándose una especie de
hiperactividad cerebral que impide o dificulta una organización de
pensamientos.
Este
síndrome, generado por una ingente
cantidad
de estímulos, ocasiona consecuencias tanto psicológicas como físicas, desde un
sueño insuficiente irritabilidad, sufrimiento anticipado, olvidos, dificultad
para concentrarse, aversión a la rutina hasta dolor de cabeza, dolor
muscular, taquicardia y gastritis. La disminución de la memoria se presenta
como uno de los efectos más generales.
|
Escucha activa
La escucha activa consiste en escuchar y mostrar al interlocutor que está escuchando.
Debemos ser
capaces de escuchar y oír lo que requiere comprender la totalidad del mensaje,
buscando entender desde el propio punto de vista aquello que nos está
comunicando. En la práctica la escucha activa se resume en el esfuerzo físico e
intelectual que permite recibir la totalidad del mensaje enviado buscando
interpretar correctamente su significado. Se caracteriza por la habilidad de
captar y reflejar adecuadamente y en su totalidad el mensaje de la otra persona
en su doble vertiente de contenidos (lo que nos requiere comunicar) y
sentimientos y emociones (cómo nos comunica esos contenidos).
Al contrario
de lo que ocurre con el habla, la escucha es tarea que requiere concentración y
esfuerzo. Así, cuando hablamos somos protagonistas y transmitimos sólo lo que
nos interesa, lo que nos satisface, pero cuando escuchamos, nos llegan mensajes
compartidos y otros que no lo son y se pierde concentración. Ello, tiene una
explicación científica: el cerebro humano tiene una capacidad de pensamiento de
entre 350 y 700 palabras por minuto. En cambio la capacidad de procesamiento de
mensajes hablados apenas supera las 130 palabras por minuto. La diferencia
entre ambas capacidades se llena con pensamientos accesorios a lo que nos están
diciendo. La escucha activa aporta notables ventajas. Ofrece tiempo para
evaluar y comprender al emisor, lo que lleva a precisar y adecuar una buena
respuesta. Comportamentalmente, la escucha activa suaviza tensiones. Algunas de
las utilidades concretas de las habilidades de escucha activa para la práctica
son tranquilizar o relajar situaciones tensas y lograr cooperación.
Es básico
siempre intentar mejorar las habilidades de escucha y para ello es básico una preparación física (estar relajado,
quedarse razonablemente quieto, mirar al otro, mantener una actitud de interés
y mantener el contacto visual y facial) y una preparación mental (concentración, mente abierta, escuchar el tono
y el contenido y plantear preguntas para aclarar los significados)
Elementos
que facilitan la escucha activa
|
Elementos
a evitar en la escucha activa
|
Disposición
psicológica: prepararse interiormente para escuchar.
Observar
al coachee: identificar el contenido de lo que dice, los objetivos y los
sentimientos.
Expresar
al coachee que se le escucha, con
comunicación verbal (ya veo, umm, uh, etc.) y no verbal (contacto visual,
gestos, inclinación del cuerpo, etc.).
|
Los
prejuicios. Juzgamos anticipadamente al emisor y a su mensaje. Nos fijamos en
su apariencia o su conducta, y no en lo que nos está diciendo.
No
distraernos. La curva de la atención se inicia en un punto muy alto,
disminuye a medida que el mensaje continúa y vuelve a ascender hacia el final
del mensaje. Hay que tratar de combatir esta tendencia haciendo un esfuerzo
especial hacia la mitad del mensaje con objeto de que la atención no decaiga.
No interrumpir al que habla.
No
juzgar.
No
ofrecer ayuda o soluciones prematuras.
No
rechazar lo que el otro esté sintiendo, por ejemplo: "no te preocupes,
eso no es nada”.
No
contar "nuestra historia" cuando el otro necesita hablarnos. No
contra argumentar.
Evitar
el "síndrome del experto": ya se tienen las respuestas a los
problemas de la otra persona, antes incluso de que haya terminado de
comunicarlos.
De
forma consciente o inconsciente se puede cortar la comunicación rechazando
los sentimientos o acciones del coachee, así, comentarios como “ya no quiero
oírte decir eso otra vez” o “pero a quien se le ocurre decir eso”, o medios
no verbales como alejarse de una persona o evitar su mirada, pueden indicar
rechazo a la comunicación.
|
Como
habilidades para la escucha activa destacamos:
- La empatía. Es una habilidad, propia del ser humano, que nos permite comprender y experimentar el punto de vista de otros sin por ello tener que estar de acuerdo. Es la capacidad de ponerse en el lugar de la otra persona para desde ahí comprenderle. No basta con entender al otro, hay que demostrarlo. Para demostrar una actitud empática se usan frases como: “entiendo lo que sientes”, “noto que…” El contacto físico es una forma muy importante de comunicación no-verbal para transmitir empatía, no obstante, el contacto físico es algo que tiene que utilizarse con discreción porque hay personas que son reacias y puede ser sentido como un obstáculo.
- Parafrasear. Este concepto significa verificar o decir con las propias palabras lo que parece que el emisor acaba de decir. Esto ayuda a comprender lo que el otro está diciendo y permite verificar si realmente se está entendiendo y no malinterpretando lo que se dice. Por ejemplo “entonces, según veo, lo que pasaba era que…”, “¿quieres decir que te sentiste…”
- Emitir palabras de refuerzo o cumplidos. Puede definirse como verbalizaciones que suponen un halago para la otra persona o refuerzan su discurso al transmitir que uno aprueba, está de acuerdo o comprende lo que se acaba de decir. Por ejemplo “me encanta hablar contigo” o frases menos directas como “bien”, “¡estupendo!”
- Resumir. Mediante esta habilidad informamos a la otra persona de nuestro grado de comprensión o de la necesidad de mayor aclaración. Por ejemplo “si no te he entendido mal…”, “o sea, que lo que me estás diciendo es…”, “a ver si te entiendo bien…” y expresiones de aclaración serían “¿es correcto? ¿Estoy en lo cierto?"
- Respuestas mínimas. Basta una palabra o movimiento de cabeza para dar la impresión de que se tiene interés en la conversación y nos gustaría que continuase, deben ser utilizadas con frecuencia, sobre todo en aquellas personas que se expresan poco.
- El silencio. En ocasiones es mejor no decir nada, sobre todo si se presupone que el otro desea añadir algo a su último comentario. No se debe apresurar la comunicación para llenar los lapsus ya que en ocasiones las personas necesitan tiempo para pensar lo que van a decir. No debe presionarse no dar el aspecto de curiosidad, sobre todo por los aspectos privados de las personas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
¡Coméntame qué te ha parecido!