viernes, 25 de diciembre de 2015

EL PENSAMIENTO “VISCERRACIONAL”

El hombre no es racional; sólo capaz de serlo.
Jonathan Swift


El juego entre lo que llamamos pensamiento racional y lo que consideramos emoción caracteriza casi toda la vida humana. Somos, a fin de cuentas, criaturas emocionales primero y racionales después.


La polaridad Racional-Emotiva

Nuestra conversación cotidiana y las frases hechas que usamos normalmente reconocen nuestra comprensión de la emoción como fuente soterrada de al menos parte de nuestro comportamiento.

Algunas personas hablan de ciertas decisiones como juicios “viscerales”, con lo que dan a entender que se originan en algún lugar del biocomputador, en niveles invisibles para la conciencia. Por el contrario, por lo general hablamos de juicios “racionales” como resultado de un proceso mental coherente que tiene lugar a novel consciente. El sentido habitual de pensamiento racional típicamente implica un movimiento de las pruebas a las conclusiones, una progresión, que podemos reconocer y describir.

Tanto la modalidad visceral como la racional del proceso mental – podemos referirnos a los dos incluso como formas de ideación – tienen su importancia y valor en nuestras interacciones con el mundo. A decir verdad, sería muy difícil separarlas. Parece más razonable asumir que todo proceso mental tiene un componente consciente o racional, que está entrelazado con un elemento inconsciente o visceral. Este modo de pensar sobre pensar justifica una nueva definición, basada en una fusión de ambos patrones:

Pensamiento viscerracional: proceso de pensamiento
que integra tanto el patrón racional como el visceral
de ideación en una combinación sinérgica.

Solemos hablar de personas que actúan de modo “irracional”; nos preguntamos: “¿Cómo puede creer algo semejante cualquier persona racional?” Tratamos de vender nuestras ideas y sugerencias como “soluciones racionales” a problemas.
Parecemos comprender el concepto de pensamiento – y comportamiento – racional e irracional por lo menos en un sentido general. Sin embargo, el concepto se vuelve algo más esquivo cuando intentamos definirlo con mayor concreción, y al poco debemos afrontar la proposición de que lo que es racional para una persona puede resultar irracional para otra.


Primero decidimos, luego justificamos:
La explicación del pensamiento irracional

Lo que típicamente llamamos comportamiento irracional tiene sentido si se comprenden sus orígenes. Y podemos entenderlo en nosotros y en otros si lo vemos como algo normal y dejamos de lado nuestra tendencia a condenar, criticar o incluso evaluarlo. Debemos entenderlo como una expresión de varios impulsos enfrentados que surgen de niveles inconscientes, mezclados con la influencia del proceso “razonador” consciente. Si lo prefieren, podemos considerar ambos niveles de ideación como modalidades de razonamiento; lo único que una la podemos articular y la otra resulta difícil hacerlo.
Una vez más el concepto de la mente modular nos ofrece una útil perspectiva sobre la interacción entre ideación consciente e inconsciente y el modo en que influyen en nuestro comportamiento. Quizás ayude a entender esa interacción entre ideación visceral y racional, y los conflictos que a veces conlleva con este ejemplo:

Un estudiante está nervioso por un examen, que será importante para su nota en una asignatura clave. No ha seguido el ritmo de las clases y ha estado empollando para ponerse al día. Le preocupa no estar preparado para el examen, para el que faltan tres días.

Le pide a su mejor amiga que lo ayude a ponerse a punto. En el nivel consciente parece lo correcto, se trataría de un comportamiento noble acorde con su motivación noble de querer dominar la materia y aprobar el examen justamente. De momento, no hay conflicto.

Cuando va a casa de la amiga para la sesión de estudio se encuentra con otros dos amigos. Uno ha descubierto un modo de entrar en el ordenador del instituto y descargarse el mismísimo examen que la profesora ha preparado. El archivo informático que contiene el examen no ha sido protegido debidamente informa el estudiante pirata, y resulta fácil descargarlo sin que nadie se entere. Está seguro de que nadie lo descubrirá nunca. “¿Te apuntas?”, le pregunta a su amigo.

Los estudiantes se miran unos a otros. Uno por uno, con expresiones avergonzadas, acuerdan descargar el examen y mantenerlo en secreto. Hay risas nerviosas, bromas y cierta sensación de aventura.

Ahora nuestro estudiante experimenta un dilema, hablando en términos racionales-emotivos. Siente dos motivaciones enfrentadas; dos o más módulos mentales pelean por influir en su decisión. Uno es la motivación noble: La influencia del módulo mental “honesto”; el otro es la motivación innoble: la influencia del módulo mental “temeroso” al que asustan las consecuencias de suspender el examen.

Está sintiendo lo que llamamos disonancia cognitiva, que es una sensación de ansiedad fruto de una contradicción entre las creencias y las acciones de uno. Su mente consciente y racional le dice que estudiar mucho y jugársela en el examen habría sido el comportamiento noble. Sin embargo, su mente racional también observa lo que en realidad hace – su comportamiento innoble – que contradice su motivación noble.

Si sigue adelante con el comportamiento innoble y hace trampas en el examen, su motivación innoble se habrá impuesto a la noble. Entonces o tendrá que admitir que ha sido deshonesto sin paliativos, sin excusas, o – la opción más probables – tendrá que racionalizar sus trampas haciendo que suenen menos innobles y algo más justificadas.
El genuino contenido de un amigo es serte fiel

cuando estás equivocado. Casi cualquiera te será
fiel cuando tienes razón.
Mark Twain

El y sus compañeros dan con un surtido de motivos por los que consideran que está bien hacer trampas en el examen. Pueden restarle importancia al hecho: “no es más que un examen, no es el fin del mundo”. Pueden culpar a otro: “si la profesora un hubiera sido tan tonta de dejar el archivo desprotegido en el servidor del instituto, nadie se lo habría descargado”. Pueden apelar al apoyo de sus iguales: “hoy en día lo hace todo el mundo; si otros pudieran haberse descargado el examen, también lo habrían hecho”. Y pueden apelar al derecho del interés: “tengo que aprobar esta asignatura. Si suspendo, podría echar a perder mi nota media. No quiero que me rechacen en un buen trabajo o en la universidad por esa asignatura”.

Nuestro estudiante puede sacarse de la manga un aserie ilimitada de razones creativas por las que su comportamiento, en realidad, fue aceptable con arreglo a su código personal de valores. El efecto consiste en resolver su disonancia cognitiva haciendo que su comportamiento parezca menos innoble, por lo menos a sus ojos. El efecto de la presión de los compañeros no es solo persuadirlo de que se comporte innoblemente, si no también ayudarlo a racionalizar sus acciones. 

El concepto de la disonancia cognitiva de Leon Festinger se ha convertido en un puntal del pensamiento psicológico sobre el comportamiento racional e irracional y sobre el proceso de la racionalización.  También es un concepto favorito de los expertos en publicidad y marketing. En términos sencillos, la teoría dice que los seres humanos tenderemos a actuar para resolver la disonancia cognitiva, sea reafirmando la creencia o idea que es disonante con el comportamiento, sea explicando el comportamiento de un modo que lo haga parecer menos disonante.

Uno de los ejemplos por antonomasia de la racionalización como medio para aliviar la ansiedad de la disonancia cognitiva se encuentra en los modos en que los fumadores aprenden a explicar por qué no lo han dejado. Desaprueban el impulso encubierto que les hace fumar – el ansia corporal causada por la dependencia de la nicotina -, de modo que tienen que hallar explicaciones que resten gravedad al comportamiento de seguir fumando: “Bueno, todos nos moriremos tarde o temprano” o “No me creo todo ese rollo de que fumar provoca cáncer” o el clásico “Puedo dejarlo cuando quiera”.

Para explicar la teoría en pocas palabras:
Tendemos a racionalizar nuestro comportamiento
cuando desaprobamos el motivo real que lo causa

A la mayoría nos pone algo nerviosos la posibilidad de que nuestro comportamiento llamado “racional” pueda estar en realidad influido por impulsos más oscuros y ocultos por debajo del nivel de la conciencia. Hace unos años, cuando la noción de los “mensajes subliminales” en los anuncios se convirtió en un tema popular de conversación, muchas personas sospecharon que las estaban “programando” para comprar diversos productos mediante mensajes ocultos enterrados en los programas televisivos que veían. Resulto que la técnica tenía poco impacto y los publicistas renegaron de ella a bombo y platillo… en cuanto vieron que no funcionaba bien.

El cómico Johnny Carson tocó el tema en uno de sus monólogos de la época:
¿Saben?, nunca había dado mucho crédito a ese asunto de la publicidad subliminal. Pero el otro día tuve una experiencia curiosa. Estaba en casa viendo la tele y de repente me levanté y salí a comprar un tractor.

La verdad es que los seres humanos somos muy fáciles de manipular. No nos gusta reconocerlo, pero nos manipulan inconscientemente a diario. Hay quien se gana la vida sacando partido a los patrones irracionales de comportamiento que pueden inducir en los demás.

Un motivo subconsciente que identifica este hecho es lo que llamamos reciprocidad: la tendencia que tenemos todos a ser agradecidos y querer corresponder a lo que percibimos como un acto de generosidad. Los discípulos de Hare Krishna que piden donativos en los aeropuertos han usado este método para recaudar cantidades astronómicas de dinero entre desconocidos. La maniobra habitual consiste en una joven simpática que se planta delante de un viajero, las más de las veces un hombre, y le entrega una flor. “Es un regalo para usted”, dice. Si el intenta devolvérsela, ella se niega a cogerla: “No, por favor, quédesela. Es para usted”. Después entabla con él una conversación sobre prácticas espirituales, le ofrece algo de leer y al final le pide un donativo.
Apelando a un programa subconsciente y visceral de respuesta – “ella me ha dado algo de valor, de modo que tengo que darle algo” – los recaudadores de HK han conseguido un índice de acierto extraordinario, el porcentaje de personas abordadas de este modo que dan dinero.
  




Me alegro inmensamente haber compartido este año junto a ustedes y espero que les haya sido de utilidad cada publicación en mi blog. Se nos avecina un nuevo año y os deseo con todo mi corazón que cada logro que alcancen durante el 2016 lo disfruten plenamente y les llene el corazón con la mejor onda, porque el amor realmente es el que mueve nuestro mundo. 
¡¡¡¡Felicidades, os quiero mucho!!!!!




martes, 1 de diciembre de 2015

Comprensión Emocional


Control emocional

Por control emocional no se entiende, en contra de lo que pudiese parecer el ahogar o reprimir las emociones si no en regular, controlar o eventualmente modificar estados anímicos y sentimientos, o su modificación inmediata, cuando estos son inconvenientes en una situación dada.
Un aspecto importante del autocontrol emocional lo constituye la habilidad de moderar la propia reacción emocional ante una situación, ya sea esa reacción negativa o positiva (por ejemplo no sería conveniente expresar excesiva alegría ante otras personas que están pasando en ese momento por situaciones desagradables).
La consciencia sobre las propias emociones es el primer paso para el control de las propias emociones y algunas estrategias en las que se puede entrenar para el control emocional son las técnicas de relajación física y mental: relajación progresiva, la respiración profunda, el entrenamiento autógeno, la distensión muscular...
Para el control emocional es importante tener en cuenta el efecto de contagio de las emociones.


Aprovechamiento productivo de las emociones

Una mayor responsabilidad respecto a las propias emociones o sentimientos puede reducir las tendencias victimistas, aumentar la capacidad de concentración y atención, ofrecer respuestas más oportunas, positivas, creativas, es decir menor impulsividad.
Intentar controlar los aspectos negativos de las propias emociones y utilizar los positivos, serían nuestro objetivo y para ello se pueden utilizar técnicas que incidan en el aumento de la responsabilidad personal, demoras en gratificaciones (por ejemplo posponer recompensas inmediatas para el logro de un objetivo), tolerancia a la frustración, control de los impulsos…


Empatía. El reconocimiento de las emociones ajenas

La empatía se define como la habilidad para estar consciente de reconocer y apreciar los sentimientos de los demás. Se trata de uno de los elementos claves de la inteligencia emocional, la cual pertenece al dominio interpersonal y es el rasgo característico de las relaciones interpersonales exitosas.
Algunas de las habilidades y aptitudes que condicionan la empatía son:
  • Suspensión de juicio o propensión de pensar antes de actuar
  • Interés / respeto / consideración hacia el otro
  • Postura interactiva o disposición para entrar en contacto
  • Tolerancia ante la ambigüedad
  • Complejidad cognitiva o capacidad de gestionar costumbres sociales diferentes
  • Capacidad para diferenciar estereotipos de individuos
  • Relativización de las opiniones personales


Para comprender los sentimientos de los demás es igualmente necesario reconocer y expresar los propios sentimientos; y además nos proporciona un entrenamiento en detectar estados de ánimo a través de la expresión corporal y facial. Entrenamiento en la propia expresión corporal: utilización de la sonrisa, postura recta, mirada al interlocutor…
Siguiendo las teorías de Augusto Curry, en la educación emocional se destacan dos factores directamente implicados en que ésta sea efectiva: el fenómeno RAM y el síndrome SPA.

 El fenómeno RAM
El síndrome SPA   

El aprendizaje depende del registro diario de miles de estímulos externos (visuales, auditivos, táctiles) e internos (pensamientos y reacciones emocionales) en las matrices de la memoria. Anualmente archivamos millones de experiencias, pero a diferencia de lo que ocurre con las computadoras, los registros en nuestra memoria son involuntarios, producidos por el Registro Automático de Memoria (RAM). Todas las imágenes que captamos se registran automáticamente, todos los pensamientos y emociones –negativos y positivos- son registrados involuntariamente. Lo que se registra nunca se puede borrar, sólo reeditar a través de nuevas experiencias que se escriben sobre las antiguas experiencias. Igualmente es importante destacar que las emociones definen la calidad del registro: todas las experiencias que tienen un alto volumen emocional generan un registro intenso.
Las sociedades actuales, sobre todo los medios de comunicación y la industria del ocio, generan una inmensa cantidad de estímulos sencillos que requieren un mínimo de esfuerzo personal. A partir de la normalización de dichos estímulos el umbral de satisfacción aumenta por lo que se necesitan cada vez más impulsos para sentir un mínimo de satisfacción. Todo ello desemboca en un Síndrome del Pensamiento Acelerado (SPA) y, en busca de algún estímulo satisfactorio se ha de acceder a decenas de estímulos continuados. El bombardeo de información que se recibe no alcanza a ser elaborado de una manera consciente puesto que cuando se comienza a reflexionar sobre un estímulo emocional ya se han recibido otros. Esta acomodación a una gran cantidad de estímulos termina por crear dependencia, creándose una especie de hiperactividad cerebral que impide o dificulta una organización de pensamientos.
Este síndrome, generado por una ingente cantidad de estímulos, ocasiona consecuencias tanto psicológicas como físicas, desde un sueño insuficiente irritabilidad, sufrimiento anticipado, olvidos, dificultad para concentrarse, aversión a la rutina hasta dolor de cabeza, dolor muscular, taquicardia y gastritis. La disminución de la memoria se presenta como uno de los efectos más generales.



Escucha activa
La escucha activa consiste en escuchar y mostrar al interlocutor que está escuchando.
Debemos ser capaces de escuchar y oír lo que requiere comprender la totalidad del mensaje, buscando entender desde el propio punto de vista aquello que nos está comunicando. En la práctica la escucha activa se resume en el esfuerzo físico e intelectual que permite recibir la totalidad del mensaje enviado buscando interpretar correctamente su significado. Se caracteriza por la habilidad de captar y reflejar adecuadamente y en su totalidad el mensaje de la otra persona en su doble vertiente de contenidos (lo que nos requiere comunicar) y sentimientos y emociones (cómo nos comunica esos contenidos).
Al contrario de lo que ocurre con el habla, la escucha es tarea que requiere concentración y esfuerzo. Así, cuando hablamos somos protagonistas y transmitimos sólo lo que nos interesa, lo que nos satisface, pero cuando escuchamos, nos llegan mensajes compartidos y otros que no lo son y se pierde concentración. Ello, tiene una explicación científica: el cerebro humano tiene una capacidad de pensamiento de entre 350 y 700 palabras por minuto. En cambio la capacidad de procesamiento de mensajes hablados apenas supera las 130 palabras por minuto. La diferencia entre ambas capacidades se llena con pensamientos accesorios a lo que nos están diciendo. La escucha activa aporta notables ventajas. Ofrece tiempo para evaluar y comprender al emisor, lo que lleva a precisar y adecuar una buena respuesta. Comportamentalmente, la escucha activa suaviza tensiones. Algunas de las utilidades concretas de las habilidades de escucha activa para la práctica son tranquilizar o relajar situaciones tensas y lograr cooperación.
Es básico siempre intentar mejorar las habilidades de escucha y para ello es básico una preparación física (estar relajado, quedarse razonablemente quieto, mirar al otro, mantener una actitud de interés y mantener el contacto visual y facial) y una preparación mental (concentración, mente abierta, escuchar el tono y el contenido y plantear preguntas para aclarar los significados)

Elementos que facilitan la escucha activa

Elementos a evitar en la escucha activa
Disposición psicológica: prepararse interiormente para escuchar.
Observar al coachee: identificar el contenido de lo que dice, los objetivos y los sentimientos.
Expresar al coachee que se le escucha, con comunicación verbal (ya veo, umm, uh, etc.) y no verbal (contacto visual, gestos, inclinación del cuerpo, etc.). 
Los prejuicios. Juzgamos anticipadamente al emisor y a su mensaje. Nos fijamos en su apariencia o su conducta, y no en lo que nos está diciendo.
No distraernos. La curva de la atención se inicia en un punto muy alto, disminuye a medida que el mensaje continúa y vuelve a ascender hacia el final del mensaje. Hay que tratar de combatir esta tendencia haciendo un esfuerzo especial hacia la mitad del mensaje con objeto de que la atención no decaiga. No interrumpir al que habla.
No juzgar.
No ofrecer ayuda o soluciones prematuras.
No rechazar lo que el otro esté sintiendo, por ejemplo: "no te preocupes, eso no es nada”.
No contar "nuestra historia" cuando el otro necesita hablarnos. No contra argumentar.
Evitar el "síndrome del experto": ya se tienen las respuestas a los problemas de la otra persona, antes incluso de que haya terminado de comunicarlos.
De forma consciente o inconsciente se puede cortar la comunicación rechazando los sentimientos o acciones del coachee, así, comentarios como “ya no quiero oírte decir eso otra vez” o “pero a quien se le ocurre decir eso”, o medios no verbales como alejarse de una persona o evitar su mirada, pueden indicar rechazo a la comunicación.


Como habilidades para la escucha activa destacamos:
  • La empatía. Es una habilidad, propia del ser humano, que nos permite comprender y experimentar el punto de vista de otros sin por ello tener que estar de acuerdo. Es la capacidad de ponerse en el lugar de la otra persona para desde ahí comprenderle. No basta con entender al otro, hay que demostrarlo. Para demostrar una actitud empática se usan frases como: “entiendo lo que sientes”, “noto que…” El contacto físico es una forma muy importante de comunicación no-verbal para transmitir empatía, no obstante, el contacto físico es algo que tiene que utilizarse con discreción porque hay personas que son reacias y puede ser sentido como un obstáculo. 
  • Parafrasear. Este concepto significa verificar o decir con las propias palabras lo que parece que el emisor acaba de decir. Esto ayuda a comprender lo que el otro está diciendo y permite verificar si realmente se está entendiendo y no malinterpretando lo que se dice. Por ejemplo “entonces, según veo, lo que pasaba era que…”, “¿quieres decir que te sentiste…”
  • Emitir palabras de refuerzo o cumplidos. Puede definirse como verbalizaciones que suponen un halago para la otra persona o refuerzan su discurso al transmitir que uno aprueba, está de acuerdo o comprende lo que se acaba de decir. Por ejemplo “me encanta hablar contigo” o frases menos directas como “bien”, “¡estupendo!”
  • Resumir. Mediante esta habilidad informamos a la otra persona de nuestro grado de comprensión o de la necesidad de mayor aclaración. Por ejemplo “si no te he entendido mal…”, “o sea, que lo que me estás diciendo es…”, “a ver si te entiendo bien…” y expresiones de aclaración serían “¿es correcto? ¿Estoy en lo cierto?"
  • Respuestas mínimas. Basta una palabra o movimiento de cabeza para dar la impresión de que se tiene interés en la conversación y nos gustaría que continuase, deben ser utilizadas con frecuencia, sobre todo en aquellas personas que se expresan poco.
  • El silencio. En ocasiones es mejor no decir nada, sobre todo si se presupone que el otro desea añadir algo a su último comentario. No se debe apresurar la comunicación para llenar los lapsus ya que en ocasiones las personas necesitan tiempo para pensar lo que van a decir. No debe presionarse no dar el aspecto de curiosidad, sobre todo por los aspectos privados de las personas.